¿Moderación de precios? Fácil de pedir, difícil de cumplir

En estos días, viendo cómo está el percal y cómo se puede poner, todo el mundo apuesta y clama por la moderación de precios. No seré yo quien se ponga en contra, siempre lo he defendido. Sobre todo porque siempre he dicho que un mercado con tan acusados dientes de sierra en los precios nunca es bueno, más de cara a los mercados internacionales.
Pero igual que hay que apostar por ello, hay que ver la realidad de las cosas y la dificultad que hay en llevar esto a cabo, al menos de manera voluntaria.
El mercado del vino nunca ha podido ser dominado por nadie, intentos ha habido y muchos y todos han terminado mal. Pretender que el vino suba o baje por otros motivos o causas ajenas a los que el mismo mercado genera, nunca ha dado resultado.
Es absurdo pretender que quien pueda vender su vino a seis euros hectógrado, por ejemplo, lo venda a cinco por pretender que el mercado se modere y no suba. Y esto no se le puede achacar a nadie. Si el caso fuera al revés -no hace tanto que lo hemos visto-, sucedería igual, nadie compraría vino a tres euros pudiéndolo hacer a dos con el fin de que el precio no caiga excesivamente.
Simplemente es la ley de la oferta y la demanda y esto lleva su ritmo, nadie lo va a parar.
"el vino tendría que tener un valor por sí mismo, por la calidad, por el consumo, que no fuera exclusivamente la cantidad de cosecha la que hiciera oscilar el precio del vino"
Todos estos ejemplos, que creo que son de una lógica aplastante, se pueden traspasar igual a vinos a granel que a embotellados.
Si el mercado mundial de vinos escasea por la mala cosecha que tenemos en la mayoría de países productores, el vino subirá de precio, eso está claro. Luego caerá, este precio no es el que el vino tiene que tener, según mercados. Caerá este mes, dentro de cinco, la campaña próxima o la siguiente, caerá, seguro, pero de momento no es ese el escenario que el vino tiene.
¿Qué deberíamos perseguir? Quizá una quimera, pero creo que el vino tendría que tener un valor por sí mismo, por la calidad, por el consumo, que no fuera exclusivamente la cantidad de cosecha la que hiciera oscilar el precio del vino. Llegar a un punto en el que estuviéramos lo suficientemente implantados como para que el vino tuviera un precio más de acuerdo con el que debería de tener, sustentado por un mercado firme, fuerte, basado en calidad, demanda y en factores que no sólo estuvieran determinados por la cantidad.
Luego, por supuesto, una mayor cantidad o menos tiene que hacer oscilar los precios, pero una cosa son las naturales oscilaciones del mercado y otra los terremotos de grado 9 a 10, que tiene, tanto al alza como a la baja. Recuerden que si hoy, hablando en pesetas, se hace alguna operación a mil pesetas, no hace tanto tiempo que se llegó a hacer a 250. Hablamos de cuadriplicar el precio, solamente por motivos de cosecha. Y esto es mucho. Igual que será mucho y preocupante cuando suceda lo contrario.
Y las demandas aquí establecidas, servirán seguramente para cuando, por una cosecha abundante, los precios del vino se caigan, que pasará, no sé si por suerte o desgracia, pero pasará, no lo duden.

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