Parece que estas utilizando un bloqueador de anuncios

Para poder mantener este portal de forma gratuita necesitamos la publicidad. Por favor desactivar el Adblocker para acceder al contenido

Inicio / Nuestras Firmas / Vino en el BBK

Vino en el BBK

/
/
Vino en el BBK
Vino en el BBK

El vino se abre camino entre los grandes festivales de música, más allá de mezclas refrescantes, incluso las copas empiezan a aparecer en estos escenarios, aunque, igual que hay un vino para cada gusto, también hay una forma de tomarlo para cada momento.

El pasado fin de semana terminaba la décima edición del festival Bilbao BBK Live. Desde lo alto de Kobetamendi, con Bilbao en miniatura de fondo, en una explanada rodeada de vegetación, preparada para acoger tres días de música, con actuaciones de grupos como Muse, Mumford & Sons y The Jesus and Mary Chain, cabezas de cartel de la edición 2015, ante un total de 120.000 personas, con un clima de verano cantábrico algo subido de tono, parecía el lugar ideal para incentivar también las papilas gustativas con un vino.

Aunque es conocida la preferencia por la cerveza, que impera en este tipo de encuentros, es una oferta que, por fortuna, cada vez va ampliándose hacia otras bebidas como el vino. El calimotxo, la versión ¿más joven? del tinto de verano, donde el refresco de cola, servido en vaso de litro, hace de cualquier vino de brick una bebida refrescante y fácil de beber, ya estaba instalado, tímidamente, en muchos conciertos, pero se ha dado un paso más.

Bodegas Torres lleva una selección de sus vinos a los festivales de música más destacados para acercarse al público joven. Deja de lado las mezclas y se inspira en la más común de las formas: la copa. Es de plástico duro con el lema "The Wine Tour", que si bien no es lo ideal en otros ámbitos, en este contexto es la mejor opción para saborear el vino, hacerse el consabido selfie y subir la foto a las redes sociales junto a mil conceptos almohadillados. Acto para envidia de amigos lejanos, retuiteo de seguidores y likeo de fans. Sin decir las ventajas que conlleva esa copa de plástico a la hora de llevártela de recuerdo enredada entre el jersey, las gafas de sol, el chubasquero, la cartera y el folleto de información, entre otros recuerdos de merchandising del festival. Aunque también puede ser devuelta y recuperar uno de los euros que cuesta la consumición vínica.

Si a otros eventos se acercan con su food truck de estética vintage o, como especifica ahora la Fundéu (Fundación del Español Urgente), gastroneta (si bien en este caso, por esa regla de tres, debería ser enoneta), en la cita bilbaína fue un container de metal oscuro, suavizado por toques en madera, donde se situaba la barra, completada con con una terraza informal con sillas y cajas de vinos que hacían las veces de mesas.

El listado de vinos reunía cinco referencias de Torres, pero, en ese paso por querer acercarse al público más joven, los vinos se presentaban bajo personalidades prototípicas como apodo de los nombres comerciales, alguna que otra nota de cata o pinceladas sobre el origen. Lejos de descripción de uvas, meses de barrica y denominaciones de origen, sólo había que decantarse por el estilo que más iba con uno mismo y escoger entre el Clásico (Sangre de Toro), el Trendy (Altos Ibéricos), el Irresistible (Santa Digna, desde Chile), el Descarado (Verdeo) y el Seductor (Viña Esmeralda). Dos tintos, un rosado y dos blancos que bien podían amenizar la espera, entre concierto y concierto, de cualquiera de los allí presentes.

Para tomar durante las actuaciones, desecharía totalmente la idea de beber vino en copa, pues en más de una ocasión, la emoción de la música habría hecho saltar al contenido, al igual que a los miles de asistentes, por los aires. Eso sí, con la garantía de que la copa, al menos, no iba a romperse en mil pedazos.

Personalmente, disfruté de un Clásico (qué le vamos a hacer, si bien el nombre no me definía, la elección resultó ser la correcta), mientras llenaba el estómago a la espera del gran concierto de la última noche, el de MUSE. Durante su actuación no me habría tomado nada, si bien alguna bebida que hubiera servido de refrigerio, mas la leve llovizna con la que inició el concierto cumplió dicha función. Además, cualquier líquido en mis manos en ese momento habría acabo por regar a mis vecinos.

Pero he de decir que, en otras actuaciones de media tarde, habría agradecido que hubiera un ‘wineman’, o el homólogo correspondiente a esos chicos que, cargados con una gran mochila llena de cerveza, se pasean entre el griterío sirviendo cerveza en vasos de litro, evitando así tener que esperar colas en la barra, de espaldas al concierto. Yo haría mochilas de tinto de verano, calimocho, sangría o alguna de las versiones de vinos espumosos parcialmente fermentados, ahora tan de moda. Habría sido una gran combinación con el ambiente veraniego del norte, al ritmo de grupos tan frescos como The Cat Empire, entre otros, bajo el cielo de Bilbao, aguantando la lluvia, entre tímidos rayos de sol, con buen ambiente, mejor música e incomparable escenario.

 

 

 
Susana Molina
Periodista

 

  • Facebook
  • Twitter
  • Linkedin
  • Pinterest
  • Buffer

Suscribirse

Reciba nuestras noticias en su email

La altura div se necesita para habilitar la barra lateral pegajosa
Clics de anuncios : Vistas de anuncios : Clics de anuncios : Vistas de anuncios : Clics de anuncios : Vistas de anuncios : Clics de anuncios : Vistas de anuncios : Clics de anuncios : Vistas de anuncios :