Historia del vino español: Tres reyes, una duquesa y un marqués, beben vino romano
Hay dos ingredientes que destacan para comprender cómo se desarrollan los vinos en Rioja, Navarra y el noreste español. El más importante en la antigüedad es el Ebro y después, el Camino de Santiago. El primer ingrediente se refiere al río del Ebro, de manera que sobre el año 530 a.C. la vid ya había llegado al valle del Ebro, al menos en su curso bajo, y a no dudar llegaría no mucho después al curso medio puesto que sus suelos son más aptos. Es muy posible que su cultivo fuese introducido por los fenicios, y fuera subiendo por el valle hasta cerca de la cordillera cantábrica. Historia del vino español
El Mediterráneo era sobre todo un gran mercado y las vides que había traído Alejandro Magno desde Mesopotamia, cruzaron el Mediterráneo y poblaron todo el sur de Europa.
Es muy probable también que la primera introducción del vino en el norte de la península se debiese a los soldados romanos -ya que el vino era uno de los elementos importantes en la dieta del soldado-, pero no es extraño que los indígenas, una vez pacificados, adoptaron el vino como un elemento más del modo de vida romano. La vid parece ser que se empezó a cultivar a partir de la época de la ocupación romana y su desarrollo tuvo lugar como consecuencia del establecimiento de cuerpos militares: cohortes, alas, legiones, etc. Historia del vino español
Evidencias de esta importancia son las representaciones de vides sobre cerámica romana (lucernas, terra sigillata hispánica, cerámicas de paredes finas, cerámicas engobadas), la existencia de ánforas y dolias (tinajas) para el almacenaje y transporte del vino, o ya en época medieval los lagares rupestres, excavados en la roca caliza, en la Sonsierra navarra y riojana.
Y no podemos olvidar a la bodega romana mejor conservada del mundo, en los que hoy se conoce como Las Musas, en el término municipal de Arellano, en el suroeste de Navarra, allí podemos observar restos de lagares y «dolias» o tinajas de barro y un sistema de elaborar vino por gravedad que es el fundamento de la elaboración moderna.
En la época moderna las primeras pruebas documentales se encuentran en el Monasterio de San Millán de Suso, propietario de los viñedos antedichos en algunas de las primeras menciones documentales. El documento más antiguo conservado, que hace referencia a la existencia de vid en La Rioja, data del año 873, y Procede del Cartulario de San Millán y trata una donación en la que aparece el Monasterio benedictino de San Andrés de Trepeana (Treviana).
Se sabe de la existencia de diecinueve viñedos en Nájera, propiedad del Monasterio de San Millán, desde el año 1024, siendo uno de ellos destinado a producir el vino de para misa. Algunos de estos viñedos pasarían a pertenecer con el tiempo al monasterio de Santa María la Real por permutas de otros terrenos.
En 1102 Sancho I reconocía jurídicamente los vinos riojanos y otorgaba a los concejos la potestad de regular su producción y comercio.
En el Siglo XIII, Gonzalo de Berceo, clérigo del Monasterio de Suso en San Millán de la Cogolla, menciona el vino en sus versos:
Quiero fer una prosa en román paladino,
en cual suele el pueblo fablar con su vezino,
ca non so tan letrado por fer otro latino
bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.
Se documentan exportaciones de vino riojano hacia otras regiones a partir de finales del siglo XIII, dando testimonio de los principios de una producción comercial. A partir del siglo XV, se puede observar una especialización vitícola en la Rioja Alta.
En el Siglo XV aparecen las primeras ordenanzas municipales referentes al vino, lo que podría considerarse la semilla de la actual denominación. En 1574 el concejo de Logroño promulgaba una ordenanza por la que quedaba prohibida la entrada de vino de cualquier otra ciudad, incluso de poblaciones limítrofes y, si se quería trasvasar uva de unas zonas a otras, debía redactarse un documento expresando el volumen, peso y tipo de uva, con el objetivo de dar salida al vino producido antes de que se perdiese.
Carlos II de España, en 1676, tuvo que endurecer las ordenanzas de Logroño dictadas por Carlos I en 1539, debido a la enorme cantidad de vino que se estaba produciendo en Haro, prohibiendo la vendimia sin buena maduración; el tránsito de animales por los viñedos, para que no se ensucia la uva; la entrada de vinos de fuera de la localidad; la mezcla de vinos de diferentes calidades o abrir una cuba sin terminar otra. Su incumplimiento acarrea multas, prisión e incluso arriesgarse a la excomunión, como estuvo a punto de sucederles a los miembros de los cabildos de las iglesias de Logroño, al decidirse a vender vino sin respetar lo decretado.
La Junta de cosecheros de Logroño en 1771 realizaba un escrito por el que indicaba que la ciudad llevaba años viendo cómo se debilitaba su comercio, debido a su dependencia del País Vasco y los escabrosos puertos que se debían atravesar entre la ciudad y Vitoria. Como se habían construido caminos carreteriles desde las tres provincias vascongadas hacia la Puebla de Arganzón, gran parte del comercio prefería entrar a La Rioja por Haro, con el perjuicio que esto suponía para el comercio logroñés, por lo que estudiaban mejorar los caminos por su cuenta.
Manuel Quintano, canónigo de la catedral de Burgos, aprendió durante un viaje realizado en 1787 a la región francesa de Médoc, las técnicas de elaboración de vinos que allí utilizaban. Una vez en España realizó diversas pruebas en la Rioja Alavesa en un año complicado por las abundantes lluvias durante el período vegetativo, limpiando las uvas antes del prensado, controlando el tiempo de fermentación, realizando trasiego y clarificando el vino con clara de huevo.
El resultado recabó muy buenas críticas, consiguiendo que el rey le autorizase para exportar vinos a América, con el privilegio de ser considerados vinos de Castilla, de forma que evitaba algunos impuestos y trabas comerciales. Estos privilegios molestaron a los cosecheros riojanos, que no contaban con los medios para adaptar sus bodegas al nuevo método, por lo que en septiembre de 1801 abrieron un pleito contra él para que se le retiraran esos privilegios. En agosto de 1804 el Consejo Real dio la razón a Manuel Quintano, que con su labor había abierto el camino a la mejora de los vinos de la región.
A mediados del siglo XIX Luciano Murrieta puso en práctica en la bodega Duque de la Victoria, de su amigo Baldomero Espartero, situada en Logroño, los conocimientos que había adquirido en Burdeos. Estos vinos fueron los primeros de La Rioja en elaborarse con las nuevas fórmulas de Burdeos, conocidos como vinos finos. Su primer gran éxito fue un envío a La Habana, que tuvo tal acogida que el importador solo pudo quedarse dos barricas. En 1879 crearía las Bodegas Marqués de Murrieta en la finca de Ygay a las afueras de Logroño.
Guillermo Hurtado de Amézaga heredó en 1858 viñedos y antiguas bodegas de su hermana en Elciego, fundado en 1860 junto con su hijo Camilo Hurtado de Amézaga la bodega Marqués de Riscal, considerada la bodega de corte moderno más antigua de La Rioja. Camilo, concibió la bodega al estilo del Château francés, trayendo en 1868 las primeras cepas de origen francés que se cultivaron en España. Las cepas merlot, cabernet sauvignon, malbec y pinot noir, dieron un tono más universal al rioja de aquella época.
Aportó muchas novedades, como la malla metálica que cubría las botellas, destinada a evitar que fueran rellenadas fraudulentamente, además de aportarlas un carácter lujoso; conos de madera de fermentación; uso de barricas de 225 litros (bordelesas); botellas en posición horizontal. En la década de 1920, cuando ninguna bodega guardaba vino envasado, ya que esto se realizaba bajo pedido, se contabilizaron en su bodega unas 238.000 botellas de diferentes años, siendo en la actualidad la entidad que mayor cantidad de añadas antiguas conserva del mundo.
La Hermandad de Cosecheros de Laguardia solicitó ayuda para implantar las nuevas técnicas a la diputación foral de Álava, quien les atendió en 1858, encargando a Eugenio Galagarza la compra de 9000 pies de diversas variedades para ser repartidas entre los viticultores.
Éste propuso la contratación de un experto francés para que les asesorara en su cultivo. El elegido fue el enólogo de Burdeos Jean Pineau, quien además de cumplir con su tarea introdujo duelas de madera de su región para la elaboración de barricas en La Rioja. Si bien los bodegueros fueron seguidores de sus técnicas, tuvo enfrentamientos con los cosecheros, que se apegaban a sus costumbres con el apoyo de los arrieros que veían peligrar su monopolio, conllevando la rescisión de contrato seis años después de iniciado. Tras esto sería contratado por Marqués de Riscal, donde ejercería una importante labor.
En 1863 comenzó a extenderse por Europa una plaga mucho más dañina, el insecto llamado filoxera, que llegaba a Francia poco después en unas cepas importadas desde Estados Unidos por dos viticultores del Mediodía francés. Por ello volverían los franceses a la Rioja para crear almacenes desde los que exportar vino a Burdeos, lo que supuso un gran impulso económico. Algunos de estos exportadores franceses fueron Sauvignon, Vigier, Anglade, Serres y Porlier.
Como esta plaga tardó en ser controlada, algunos de los comerciantes se instalaron en la región produciendo vinos con sus técnicas, mediante la uva que compraban a los cosecheros riojanos.
La irrupción de los negociantes franceses a mediados del siglo XIX como almacenistas, movieron a algunos empresarios de orígenes vizcaínos a invertir en La Rioja como criadores de vinos, comprando la uva a los cosecheros locales, y fijando sus bodegas en las proximidades del incipiente ferrocarril, lo que hoy se conoce como el barrio de la estación de Haro. Inicialmente la mayoría de las bodegas tuvieron sus sedes sociales en Madrid o Bilbao, trasladándose con el tiempo junto a la propia bodega.
Algunos de estos inversores vizcaínos fueron:
Rafael López Heredia, tras exiliarse en Francia después de la primera guerra Carlista se asoció con un almacenista francés con el que se trasladó a Haro a un pabellón que sería el embrión de la Bodega López Heredia.
Eusegio Real de Asúa e Isidro Corcuera constituyeron el 24 de marzo de 1879 la firma Corcuera, Real de Asúa y Compañía, predecesora de bodegas CVNE (Compañía Vinícola del Norte de España) situada en Haro y que conservaría bastantes años su sede social en el ensanche de Bilbao.
- Santiago Ugarte Aurrecoechea de Erandio, se incorpora al negocio de los vinos que su padre tenía establecido en Vizcaya y Cantabria. Como el volumen de negocio era muy grande decide instalarse en el barrio de la estación de Haro, considerado entonces la base del comercio riojano, fundando en 1901 Bodegas Bilbaínas sobre un almacén que había pertenecido a los franceses hermanos Sauvignon, llegados a la localidad en los años 1860 durante la crisis del oídio.
- Pelayo de la Mata y Barrenechea nacido en Logroño, pero con fuertes relaciones con Vizcaya adquirió una gran participación de capital de las Bodegas Franco Españolas en 1922, fundadas en 1901 por el francés Federico Anglade Saurat.
Acabamos de mencionar a un Marqués, el de Riscal, pero hay que volver atrás, para hablar de tres reyes y una Duquesa.
¿Os suena Sancho III El Mayor, rey de Navarra? Pues bien, a dos de sus hijas las «coloca» en Francia, en buenas familias reales europeas:
- Doña Blanca, casada con el Conde Teobaldo de Champaña, madre a su vez de Teobaldo que sería después rey de Navarra, instituyendo la dinastía de Champaña en Navarra.
- Doña Berenguela, Duquesa de Aquitania y casada con Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra.
En la Edad Media, en la zona de Burdeos había unos claretes muy buenos y los mejores se los llevaban a Inglaterra intercambiándolos por otras mercancías. Juan Sin Tierra, rey de Inglaterra a la muerte de Ricardo, y por mediación de Doña Berenguela, suprimió el impuesto de exportación «Grande Coutume» (Gran Tradición) a Inglaterra desde la región aquitana. La ciudadanía de Burdeos trabajó diligentemente para promocionar y proteger su relación con el mercado inglés, que distribuía el vino bordelés por todo el mundo. Historia del vino español
En 1205, el rey Alfonso VIII de Castilla reclamó Aquitania y puso en sitio a Burdeos. La ciudad fue capaz de soportar el ataque y el rey inglés Juan premió a los burgueses con encargos de vino de más de 120 toneladas. Poco después, el rey Luis VIII de Francia intentó expulsar a los ingleses de suelo francés y fue detenido en su avance en la ciudad de Burdeos. Como resultado, Burdeos recibió un acceso privilegiado al mercado inglés a través de Londres y sus exportaciones al mercado pronto dejaron pequeña la producción de otras regiones vinícolas francesas.Historia del vino español
No se pueden concebir los buenos vinos de Burdeos sin la protección comercial de Inglaterra, el privilegio del mercado inglés fue decisivo para que los vinos franceses y sobre todo bordeleses, se consolidasen y avanzasen. Y esto lo traigo a colación porque de igual forma no se pueden entender los vinos riojanos y navarros de calidad sin los vinos de Burdeos.Historia del vino español
Dos reyes, Ricardo y Juan, ingleses, y un tercero, francés, Teobaldo I, que trae a Navarra parte de la cultura vinícola que tiene en la Champaña. He mencionado al principio el Camino de Santiago como unos de los ingredientes del desarrollo vitivinícola del norte de la península. El Camino nace como una frontera necesaria para contener a los musulmanes de la península; acaban de llegar al mando de Almanzor hasta Poitiers y no está el horno para bollos. Se ponen de acuerdo el Papa, el rey de Francia, el rey de Navarra y el rey de Inglaterra, y deciden promover una línea fronteriza poblada con mucha gente en el norte de la península y sur de Francia, y para ello disponen de medidas como la liberación de presos para fundar ciudades nuevas por esa línea, el establecimiento de monasterios para facilitar la población.Historia del vino español
Los monjes más a mano en primer lugar son los franceses de la zona de la Borgoña, benedictinos de Cluny y del Císter. Fundan el Monasterio de Irache, el de La Oliva, el de Fitero, el de Tulebras, el de Mendavia, los de Valvanera, los de San Millán de la Cogolla mencionados hace un momento, etc. Y también los monjes alemanes sobre todo en Galicia.Historia del vino español
Y para dar más incentivo, santifican esta línea promoviendo el Camino de Santiago con la recompensa para el que lo haga de indulgencia plenaria, pero tiene que hacer una parte del Camino para conseguirlo, a diferencia de otras peregrinaciones santas medievales. Ya tenemos tres reyes, y una duquesa, y por medio la Iglesia, como no podía ser de otra manera.Historia del vino español
Pero vamos a por el Marqués que ya hemos mencionado. Fue Camilo Hurtado de Amézaga, VI Marqués de Riscal, el impulsor de la creación de las bodegas que llevan el nombre de los herederos del Marquesado de Riscal. Residía en Burdeos cuando recibió el en- cargo de la Diputación Foral de Álava de contratar a un enólogo que pudiera enseñar a los cosecheros de la comarca las técnicas empleadas en el Médoc, para producir vinos según el sistema francés. El elegido fue Jean Pineau, maestro bodeguero de las bodegas del Château Lanessan, con quien firmó, representando a la Diputación, un contrato para asesorar a los productores alaveses. Seguidamente, Hurtado envió a la Rioja Alavesa «nueve mil sarmientos de toda garantía» de los tipos cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec y Pinot Noir, los más finos que se cultivaban en Francia, para experimentar en sus viñedos, donde se venían cultivando uvas de las variedades Tempranillo y Graciano.Historia del vino español
En 1858 Hurtado, que había heredado de su padre unas bodegas en Elciego, fundó las bodegas Marqués de Riscal aplicando las técnicas utilizadas en Francia, y contrató a Pineau -que había dejado de trabajar para la diputación-. En la edición de 1895 de la Exposición Internacional de Burdeos, Marqués de Riscal se convierte en la primera bodega no francesa en recibir el Diploma de Honor.Historia del vino español
Marqués de Riscal aportó muchas innovaciones a la industria de la época, como la malla metálica que cubría las botellas, (destinada a evitar que fueran rellenadas fraudulentamente y que aportaba un carácter lujoso), conos de madera de fermentación, uso de barricas de 225 litros o botellas en posición horizontal. En la década de 1920, cuando ninguna bodega guardaba vino envasado (lo cual se realizaba únicamente bajo pedido) se almacenaban en su bodega unas 238.000 botellas de diferentes años, siendo en la actualidad la entidad que mayor cantidad de añadas antiguas conserva del mundo. Historia del vino español
Y así comienza a extenderse la mejora de los vinos riojanos y navarros, y la elaboración de vinos de calidad se convierte en la imagen de marca de estas tierras. Y sigue, pero no podemos olvidar los orígenes, la elaboración que enseñaron los romanos, las viñas que trajeron fenicios, romanos y franceses, y la elaboración bordelesa.
Por eso he titulado este artículo «Tres reyes, una duquesa y un marqués beben vino romano» a este trozo de Historia del vino español.
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