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“Vendimia Blues”

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En la variedad está el disgusto
En la variedad está el disgusto

Desde hace un par de días hay tranquilidad en el patio, se acabaron los remolques, cajas y palots. Los de mantenimiento están desmontando el “pincho” de toma de muestras y los equipos de análisis de uva. Pero la bodega está en ebullición.

Ahora tras ¿cuántas? semanas -tienes que echar cuentas- de vendimia, esta sólo va a tener seis “días de  la marmota”. El domingo no va a sonar el despertador. Por fin. El sábado hay que venir; ya sabes, remontados, revisar análisis, algún tratamiento a la última uva recibida. Vaya lo normal. Pero a mediodía a casa todo el mundo y fiesta a la tarde. El domingo con que vengan un par de voluntarios a remojar los sombreros vale, que la gente está muy quemada, y, con la automatización, en una hora o dos han cumplido.

ViñedoPero te llega el momento de aguantar las “guasitas” de compañeros:

– Qué, ya a tocarte las napias hasta la próxima, ¿no?

– No como tú…-elige el insulto-, que te las tocas todo el año. Respondes.

Al Director General que te dice muy serio:

– Ahora, que ha terminado la vendimia, quiero un informe de…

Y le tienes que responder:

– Para, para el carro,… de lo único de lo que puedo informar es de los kilos entrados, todavía estamos prensando, trasegando, ¡por favor que llevas toda la vida en esto! Habrá acabado la vendimia, pero no la elaboración.

Y para terminar te viene el Director de Exportación, que ahora es el profesional de moda en las bodegas –, es el único que vende.

– Oye, me están pidiendo muestras de blanco 2013 -mientras te larga un formulario para rellenar–, me gustaría ver muestras finales para la semana que viene.

– No fastidies, que está la bodega hirviendo aún, no sé la analítica del “blending” definitivo…-contestas armándote de paciencia, si puedes-.

Pero tranquilo, el domingo que viene no vas a venir a la bodega, es más, esta tarde ¡te podrás largar ya a las ocho, no hay que esperar a ningún tardío!

Y, cuando llegas a casa, tus hijos te miran como a un bicho raro, están a lo suyo y pasan del extraño que acaba de llegar. Coges el mando de un televisor y haces zapping como un zombi. No te suena nada, salvo los programas de “petardeo”. Los que seguías han desaparecido o les has perdido el hilo. Y caes en la cuenta, era pleno verano cuando comenzaste a preparar la vendimia y ahora el otoño está aquí y con el cambio de hora ¡ya te digo!

Pero estás animado porque llega el sábado y has quedado con los amigos a tomar el vermú. Al final no llegas por que te has liado en la bodega. La tarde la empleas dando una buena “paliza” al sofá. Al abrir el ojo es casi de noche y hay que salir ¡que ya ha terminado la vendimia!

Primero unos vinitos y te encuentras con colegas y comentas sobre la cosecha ¡cómo para desconectar! El más gracioso es el que te cuenta que anoche, como no sabía que ver en la tele, se fue al cine, se quedó dormido y salió antes de que encendiesen las luces de la sala, por si alguien conocido había escuchado sus ronquidos.

Y luego a cenar fuera, en el segundo plato se te abre la boca, en el café se te cierran los ojos. Así, que te empujas un Gin Tonic y te largas para casa arrastrando los pies como un anciano. Y el domingo: adiós adrenalina, hola bajón. Te dices que tienes que ir al médico a tomarte la tensión y que te mande unas vitaminas o algo. Y bromearás con él, como todos los años, sobre la “depresión postvendimia”. Y que no se te olvide hablar con los de producción de la campaña de Navidad y…

Dentro de 20 ó 25 años te preguntarás ¿mereció la pena? La respuesta da igual por que ya está hecho. Sin vuelta de hoja.

 

P.S.: Esto un pequeño homenaje a toda esa gente que trabaja en grandes empresas del sector y que durante dos meses desaparece del mundo sacrificando vida privada y familia. Aunque para mí es más fácil meterme en la piel del enólogo, va también para administrativos, técnicos de laboratorio, becarios, oficiales, peones, mantenimiento…

 

 

 

Javier Escobar  
Químico Industrial y Enólogo
 

 

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