¡Se disparan las ventas en hostelería!
No hace falta que un titular sea falso para que resulte engañoso. El de este artículo es un ejemplo. Si la hostelería ha estado cerrada dos meses basta con que venda algo para que sea cierto, pero no deja de ser una mala praxis absolutamente detestable.
Porque se empiezan a ver las bajas de esta tragedia nacional, entre ellas mi querido Vinissimo en la calle San Juan de Logroño: buen servicio, buenos vinos y un pincho de foie exquisito. Al fondo un comedor con cuatro mesas, comida casera y asequible. Del paisaje de la parte vieja de la Pamplona “presanferminera” mejor no hablar.
Pero no sirve de nada llorar sobre la leche derramada, el pasado nunca vuelve y el futuro es incierto siempre. Y ahora el futuro inmediato es la cosecha que ya está aquí y también está sufriendo, con todo el respeto y las abismales diferencias, su particular pandemia. Basta mirar el perfil de Twitter de Julián Palacios para ver la lucha constante del viticultor contra un mildiu rebelde y en unas condiciones totalmente adversas.
Lecciones de un año histórico por #Mildiu: NO DESHOJAR NADA en este momento, sobre todo no quitar hojas en la cara del sol de la mañana.
Mildiu larvado en un ensayo realizado:
– 30% en lo deshojado
– 5% en lo no deshojado. La hoja (sombra) como antimildiuSiempre aprendiendo ?
— Julián Palacios – Viticultura Viva (@ViticulturaViva) June 29, 2020
Si a esto se le añaden los constantes rumores sobre precios, parece que los costes medios publicados por la Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja para 2019 (entre 65 y 67 céntimos el kilo de tinta, y 54 el de blanca) este año serán muy superiores y no se cubrirán gastos. Si yo fuera viticultor, este año no dormiría; alguno me ha comentado que los pedriscos son un alivio, te olvidas de todo y a cobrar el seguro.
Por otro lado, las medidas gubernamentales parece que han llegado tarde y son cortas, sobre todo para las denominaciones de origen más cotizadas y para los pequeños productores que han comenzado aventuras basadas en calidad y originalidad. Muchas de estas han limitado rendimientos alarmadas por las (pocas) ventas.
Sin embargo, empresas mayores reniegan de las limitaciones en rendimientos de producción y transformación. Sus argumentos: la limitación de rendimiento “oficial” poco tiene que ver con el real de una viña equilibrada, el coste se reparte entre más kilos y el retorno de dinero por hectárea es el mismo; un coste unitario más bajo no debe implicar bajar precios sino disponer de más margen para acciones de marketing que permitan relanzar ventas.
Como se puede ver hay opiniones para todos los gustos. El sector es muy diverso y cada cual argumenta en función de su situación.
Una bodega no es una cantera, el vino tiene su ciclo de vida y no se puede especular con él a años vista sin una depreciación de su calidad. Los vinos jóvenes por su condición tienen un ciclo de vida limitado y ahí tiene sentido buscar la venta como sea e intentar limitar su producción para evitar una debacle de precios. En vinos criados hay más margen, se puede jugar con el número de barricas, con el tiempo de crianza, con el botellero… Pero hay dos factores limitantes: el financiero y la capacidad de aguante del vino sin perder originalidad ni calidad.
No sé si quedan en activo muchos profesionales de los que lidiaron con la caída de ventas que comenzó en 2.008, pero esto se parece cada vez más a aquella situación. Lo mismo hay que repescar a algún prejubilado y aprovechar su experiencia.
Pero nada, nos consolaremos con el aumento de las ventas online, nos digitalizaremos a marchas forzadas (aunque no sepamos qué es eso), suplicaremos subvenciones para un artículo que no es de primera necesidad y que la economía aplique su selección natural, otra vez, sobre el sector.
Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.
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