Relevo generacional: una nueva mirada entre la tradición y la innovación
El mundo del vino vive un momento de cambio, con nuevas tendencias y modos de entender cada zona. Este cambio se quiso reflejar a través de una de las catas organizadas en Enofusión 2020 bajo el nombre de “El futuro del sector enológico: jóvenes enólogos y sus proyectos”, en la que participaron Manuel Méndez, de bodegas Gerardo Méndez, en la D.O. Rías Baixas; Manuel Fariña, de Bodegas Fariña, en la D.O. Toro; y Martina Prieto, de Bodegas José Pariente, en la D.O. Rueda.
Tres jóvenes enólogos que son la segunda o tercera generación de familias viticultoras y que ahora mismo están tomando las riendas, si no de la bodega, sí de ciertos proyectos personales. Todos, además, elaboran vinos en zonas con perfiles de vino muy característicos, pero coinciden también a la hora de apostar por vinos que se desmarcan de los corsés preconcebidos de sus respectivas denominaciones de origen. Sin tapujos, y siempre con la calidad y el respeto por la viña, así como por su tradición familiar, estos enólogos mostraron los proyectos que mejor representan su aportación a sus respectivas bodegas.
Manuel Méndez es la segunda generación oficial de Bodegas Gerardo Méndez, situada en el valle del Salnés, en Rías Baixas, pero la tercera extraoficial pues su abuelo, trabajador del metal y que pone nombre a los vinos que ahora elabora, ya elaboraba vino, aunque sólo para consumo familiar. “En 2012 empecé a elaborar en la bodega, cuando terminé mis estudios, aunque en esto llevo toda la vida” explicaba Méndez.
Tienen 165 hectáreas de viñedo, repartidas en 14 parcelas, algunas de ellas muy pequeñas, por el reparto minifundista del campo gallego, y que llegan a estar a una distancia de 22 km de la bodega, por lo que los suelos y los microclimas cambian: “todo lo que tenemos es albariño, pero no todo es igual”. La importancia de cómo afecta el suelo en los vinos se manifiesta en Do Ferreiro Adina 2018, uno de los vinos que pertenece a la “hornada” de nuevas elaboraciones que están desarrollando ahora en la bodega, de ediciones limitadas de fincas seleccionadas. Sus viñedos se sitúan sobre una veta de pizarra roja de 1,8 km de ancho que comienza en Oporto y termina en el sur de Inglaterra: “Es una suerte y una casualidad que uno de nuestros viñedos esté justo encima de esa veta”. Este tipo de suelo, atípico en la zona del Salnés, aporta un carácter diferenciador, un albariño 100%, salino, con recuerdos a cítricos y fruta madura.
“Todo lo que tenemos es albariño, pero no todo es igual”, Manuel Méndez
Otra de las elaboraciones que presentó Méndez, y que refleja la apuesta de la bodega por el potencial de las cepas viejas es Cepas Vellas 2018, donde el nombre lo tiene más que ganado pues las viñas tienen una media de 200 años. El vino top de la bodega, muy complejo en matices, “un vino para el disfrute” como puntualiza Manuel, con una gran capacidad de guarda, otra de las tendencias por las que se apuesta ahora, cuando se elaboran grandes blancos. Fuera de la albariño, también tiene la mirada puesta en próximas elaboraciones con uvas tintas de la zona.
Martina Prieto, también es la segunda generación dentro de Bodegas José Pariente, situada en La Seca y fundada por su madre, Victoria Pariente, aunque su abuelo ya elaboraba vino en la zoa, y es quien da nombre a la bodega actual. Ahora, Martina continúa con la tradición familiar, junto a su hermano Ignacio: “Nuestro objetivo es respetar la filosofía familiar y su recorrido, pero añadiendo nuevos conceptos, pues tenemos claro que la calidad va a estar por encima de cualquier moda”.
Dentro de los blancos, crearon el primer vino de finca de la Bodegas José Pariente. Un proyecto para el que, tras encontrar la viña idónea, tuvieron que pasar por un proceso de recuperación previo de tres años. El resultado es Las Comas 2016, un verdejo 100% criado en fudres austríacos, que no se elabora todos los años, y se caracteriza por una gran acidez, lo que le aportará longevidad. “Para hacer este vino, nos fijamos en los vinos austríacos, uno de los grandes blancos del mundo”. De esta forma, quieren desmarcarse de la creencia de que los vinos de Rueda son para consumir en el año “la etiqueta de joven la pone la denominación, pero no tiene por qué consumirse dentro del año”, explica Martina.
“Nuestro objetivo es respetar la filosofía familiar y su recorrido, pero añadiendo nuevos conceptos, pues tenemos claro que la calidad va a estar por encima de cualquier moda” Martina
Pero otra de las novedades que han incorporado ha sido la elaboración de tintos. Al estar en Rueda, tierra de blancos, buscaron dónde poder hacer este tipo de vinos dentro de Castilla y León, siempre con la idea de recuperar viñedos viejos. “Tras un año probando vinos de todo el mundo, sin prejuicios, descubrimos que lo que nos gustaba en un vino era la amabilidad, independientemente de dónde fuera o cómo fuera el clima”. Con esta premisa, al final no encontraron un viñedo, sino varios: viñedos de garnacha en la DO Toro y de tempranillo en Ribera del Duero, Toro y Cigales. De la unión de todos ellos nació La provincia, uno de los vinos elaborado dentro de Bodegas Prieto Pariente, el proyecto de los dos hermanos, amparado por Bodegas José Pariente. Un vino para demostrar que “no hay que obsesionarse con los vinos de finca” pues, como explica Martina, en este caso se suplementan unas uvas a otras. La Provincia 2016, que se pudo catar en esta ocasión, ha pasado 11 meses en barrica usada, de la bodega José Pariente, y destaca por la fruta en boca.
En el caso de Manuel Fariña, sí que es la tercera generación oficial. Su abuelo, dueño de un ultramarinos en Porto de Sanabria (Zamora), casi lindando con Galicia, y por inquietud comercial, aprendió a elaborar vinos para venderlos a granel. Más tarde, su padre Manuel, comenzó en el negocio familiar, se formó en Requena y, a pesar de obtener una beca para ir a Burdeos, no pudo disfrutarla, así que se quedó en casa y empezó a aplicar en sus vinos, sus conocimientos y experiencias vividas en otras zonas vitivinícolas. Comenzó así a embotellar en origen y vender sus vinos por el mundo.
“Estoy en el traspaso de poderes e intento mantener lo que ya había y abrir nuevas líneas”, explica Manuel. En el caso de la nueva generación de Bodegas Fariña, una de las novedades es la elaboración de blancos, que, aunque ya se elaboraban, ahora quieren ponerlos en valor, en una tierra famosa por sus tintos. Bajo el nombre de “Nuevas tradiciones”, esta línea deja claro su objetivo. Una de esas creaciones es Águedas 2016, cuyo nombre rinde homenaje a la festividad homónima, también en su etiqueta representando los tejidos típicos de los vestidos. Se trata de un blanco de malvasía castellana, con crianza de 8 meses sobre lías en barricas de roble francés de 500 litros, muy fresco y redondo.
“Estoy en el traspaso de poderes e intento mantener lo que ya había y abrir nuevas líneas”, Manuel Fariña
Por otro lado, presentó Fariña Campus Gothorum 2016, llamado así por el nombre que daban a Toro los romanos, una forma de reivindicar la larga tradición vitivinícola de la zona. Un perfil completamente diferente de vino: tinta de toro de viñedos en pie franco, con edades que parten de los 60 años, y una crianza de 15 meses. Un vino para poner en valor el patrimonio vitivinícola “esto supone un homenaje a las viñas de toro, que son nuestro verdadero patrimonio”.
Tres ejemplos de la nueva generación de enólogos que formarán parte del futuro de la enología española, que tienen claro que, para evolucionar, deben innovar, pero siempre respetando o por lo menos siendo justos con el trabajo de sus antecesores.
Foto portada: Juanma Alvarado.
Periodista especializada en el sector del vino.
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