¿Y si le ponemos un impuesto al alcohol?
Sin asustarnos, y con matices. Con el objetivo de promocionar más nuestros vinos y nuestros alcoholes, que no llevarían este impuesto.
La idea no es mía, me la comentaron hace unos días en Ámsterdam, en la WORLD BULK WINE EXHIBITION y con matices, como digo, no me parece una idea descabellada.
Quien me lo comentó se refería a las bebidas alcohólicas que vienen de terceros países y que se ofrecen a unos precios ridículos, botellas de ron caribeño, por ejemplo, que se pueden encontrar en cualquier supermercado o gran superficie a un precio entre 5 y 6 euros. Estas bebidas, de 37 a 40º normalmente, valen menos que muchas botellas de vino de una calidad media.
Parte de nuestra juventud se sirve de estas bebidas para el botellón a precios ridículos, y esto es preocupante de cara a crear futuros alcohólicos. No puede ser que una botella de ron les valga 5 euros.
Si esto se controlara (ignoro si España como país lo puede hacer a nivel independiente o tendría que ser normativa europea) no cabe duda de que, en primer lugar se podría sustituir esta bebida por el vino, y en segundo lugar se potenciarían nuestros destilados, por simpatía nuestros vinos se utilizarían para estos destilados nacionales, los cuales no llevarían incremento de impuestos ni precios.
Se trataría simplemente de poner un impuesto a la entrada de estas bebidas alcohólicas de terceros países que llegan a precios ridículos y creo que incrementan el consumo por parte de nuestra juventud. Los botellones se nutren principalmente de esta clase de bebidas baratas pero con graduaciones muy altas.
Si con una adecuada educación se sustituyese el consumo masivo de estas bebidas de alta graduación, por un consumo responsable de vino, mejor que mejor, ya que esa parcela de consumidores la tenemos totalmente perdida.
No sé si será factible, pero es un guante que me echaron, lo recogí, y se lo expongo a todos ustedes como una medida que puede favorecer a todos los implicados, consumidores, elaboradores de vino, embotelladores y alcoholeras nacionales, que podían incrementar sus ventas de producto nacional al poder competir con estos alcoholes foráneos a precios tan baratos.
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