El ‘crowdfunding’ en una bodega de Cuéllar obtiene 134 mecenas

La iniciativa ‘Uvas nómadas’permite elaborar vino con los 7.020 euros aportados por particulares y empresas
En unos meses el nuevo vino elaborado por Elisa de Frutos y Rubén Salama, en su bodega De Frutos Marín, verá la luz. No se trata de un caldo más de su bodega (ninguno lo es), pero este tiene tintes especiales, pues se elabora con uva garnacha de Ávila gracias a al colaboración de 134 mecenas.
Elisa y Rubén pusieron en marcha el año pasado un proyecto consistente en la elaboración de vinos con distintas variedades de la geografía nacional a través del mecenazgo. La elegida fue la garnacha de Ávila y se optó por dar a conocer su proyecto en una plataforma de 'crowdfunding', un micromecenazgo en Internet a través del cual se buscan personas que realicen pequeñas aportaciones a la iniciativa.
El proyecto se incluye en la plataforma durante 40 días, tiempo en el que las 'Uvas nómadas', que es como se denominó la iniciativa, consiguieron 134 mecenas, que aportaron un total de 7.020 euros, algo más de los 6.700 necesarios para poner en marcha la iniciativa.
Cada aportación recibirá una recompensa, dependiendo del importe que se haya destinado al proyecto. Así, los 21 mecenas que donaron 20 euros recibirán una caja de tres botellas del nuevo vino elaborado gracias a 'Uvas Nómadas' y una visita a la bodega. Quienes aportaron 24 euros (35 mecenas) recibirán una caja de cuatro botellas y la visita a la bodega; y quienes entregaron 36 euros (48 personas) contarán con una caja de seis botellas de vino y la visita a la bodega, además de una camiseta.
También hubo 26 mecenas que realizaron una aportación de 72 euros, con lo que recibirán una caja de 12 botellas, una visita a la bodega, camiseta y una botella de Malaparte tempranillo, una de las variedades que se elaboran en la bodega De Frutos Marín, situada en la carretera que une la villa de Cuéllar con El Henar. Además de a particulares, el 'crowdfunding' se abrió a tiendas, vinotecas o restaurantes, quienes aportando 360 euros recibirán cinco cajas de doce botellas de vino 'Uvas nómadas', la visita a la bodega, camiseta y dos cajas de seis unidades de Malaparte Tempranillo. En esta categoría se consiguieron dos patrocinadores, la misma cifra que en la establecida para distribuidores, quienes aportaron 720 euros cada uno. En este caso recibirán diez cajas de doce botellas de vino Uvas Nómadas y cuatro cajas de seis unidades de Malaparte Tempranillo, sin olvidar la visita a la bodega y la camiseta.
Una vez cerrada la campaña, el pasado 20 de abril, los bodegueros se pusieron en marcha y el 13 de mayo realizaron ya un primer viaje a la región de Cebreros, en la provincia de Ávila, en busca de la uva. Días antes contactaron con el viticultor y elaborador de la zona Rubén Díaz, quien ya en el lugar les mostró las diferentes zonas vitivinícolas de garnacha en cuanto a suelos (granizo, pizarra), además de informar sobre la infinidad de nuevos proyectos existentes en la zona de elaboradores vecinos o foráneos.
El área elegida para las 'Uvas nómadas' se llama Robladillo y cuenta fundamentalmente con suelos de granito. La zona está plagada de viñedos viejos y paisajes rocosos y en esta visita las cepas se encontraban ya en la mayor parte de las zonas con brotes de más de cinco centímetros.
Vendimia
En esa primera visita, Rubén Díaz explicó a los viticultores que la fecha aproximada de vendimia en la zona solía ser la primera semana de septiembre, aunque finalmente se retrasó casi un mes, lo que hará que la elaboración del vino y su puesta en destino hacia los mecenas también se retrase unas semanas.
El verano fue complicado en cuanto a la madurez de la garnacha. Desde el proyecto se realizaron visitas en agosto y septiembre para realizar el seguimiento, y descubrieron que el viñedo y la uva estaban muy sanos, pero la maduración era muy lenta, por lo que la vendimia se retrasaba a los primeros días de octubre.
A mediados de septiembre los racimos se encontraban casi completamente enverados, y el tamaño de las bayas era uniforme y pequeño.
Finalmente llegó el 5 de octubre, fecha elegida para la vendimia, un mes más tarde de lo previsto en la zona. Hasta el viñedo de Cebreros se desplazaron los vendimiadores de la familia, muy comprometida con el proyecto, y dos mecenas madrileños que ayudaron en las tareas.
Fue una larga jornada, en la que, tras terminar la vendimia y pesar la uva en la báscula de una de las cooperativas, el producto viajó hasta Cuéllar, donde se despalilló la uva en cinco barricas de 300 litros en las que estuvo fermentando quince días.
Durante esos días, según explican los bodegueros de Cuéllar, los bazuqueos (operación realizada durante la fermentación alcohólica con el fin de mezclar las partículas sólidas y las líquidas) fueron muy suaves, dos o tres al día.
La densidad caía lentamente, sin pasar las temperaturas de fermentación de los 28 grados centígrados. Todavía con azúcares pendientes de fermentar se descubaron las barricas a otras de 225 litros, separando, mediante prensado manual, las pieles y pepitas, pasándolas a la prensa vertical manual para extraer el vino.
El caldo resultante siguió fermentando muy lentamente hasta las fechas previas a la Navidad. Durante todos estos meses se ha aplicado la técnica del 'battonage', que consiste en mantener las lías finas del propio vino en suspensión, mediante la introducción de un bastón de removido, con el objetivo de aumentar el volumen glicérico y untuosidad en boca, y mejorar la estabilidad del vino.
En estos días, el vino está haciendo un segundo proceso, que se denomina maloláctica, cuyo principal efecto es la reducción de la acidez. Las 'Uvas nómadas' están realizando este proceso junto con el resto de vinos de la bodega.
Tras este momento, se pasará a una fase de envejecimiento en barrica, y en pocos meses el vino de este primer proyecto de Elisa y Rubén estará listo para entregar a sus mecenas. Sin embargo la fecha, prevista para marzo o abril, está todavía en el aire, debido al mes que se retrasó la vendimia.
Ahora es tiempo de reposo del caldo, pero los mecenas no descansan. Desde el proyecto se les ha pedido que pasen ideas, bocetos y todo aquello que se les ocurra, pues en breve comenzará la elaboración de la etiqueta de la botella, en la que todos los participantes en la iniciativa se verán reflejados.
No es la primera vez que los mecenas pueden participar en el proyecto, porque, además de incluir sus opiniones en el blog del mismo, han sido partícipes de otras decisiones. Se ha contado con su colaboración a lo largo del desarrollo y para plasmar su ayuda, en noviembre se les solicitó el envío de una palabra con la que se sintieran identificados, donde tenían cabida nombres, apodos, nombre bajo el que se realizó la aportación, el nombre de sus mascotas o adjetivos que les identifique. Estas palabras se verán plasmadas de una u otra forma en el envase del primer vino 'Uvas nómadas', que en los próximos meses verá la luz.
Este proyecto con la uva garnacha de Ávila no será el único de las 'Uvas nómadas'. Tal y como anunciaron cuando comenzó la iniciativa, desde Bodegas de Frutos Marín quieren continuar experimentando con distintas uvas de toda la península, aunque su intención es centrarse primero en probar las de Castilla y León. Por ello ya han dado a conocer que habrá un nuevo proyecto, cuyo inicio coincidirá con la entrega del vino, aunque todavía se está determinando la variedad.
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