Viticultura de precisión (X). La pistola que analiza
A veces me siento como un abuelito contando sus viejas azañas. Pero es que me vienen al pelo para hablar de lo que quiero.
Durante las dos vendimias que trabajé en Pomerol (Francia), de vez en cuando venía a la bodega Michel, un simpático hombre que trabaja en el laboratorio, para que le ayudásemos a tomar muestras. Al principio cuando él venía era una fiesta. Irse con él significaba salir de la prisión que suponía la bodega, darse un paseo en coche por las soleadas y hermosas viñas, conocer y pisar parcelas de vinos emblemáticos, además de conocer, en ciertas ocasiones, al dueño de alguna bodega.
La tarea no era muy complicada. Consistía en llenar un pequeño envase de plástico con las bayas de dos filas. Primero se empezaba por un lado, procurando tomar muestras del exterior y del interior del racimo; tratando de seleccionar las bayas más representativas de las diferentes secciones del racimo (parte superior, media e inferior). Cuando acababa, tenía que ir a otra fila que él me indicaba y realizar la misma tarea pero por el otro lado en donde estaba expuesta la viña.
Poco tardó en cansarnos esa tarea. Primero porque las soleadas viñas se convirtieron en calurosas viñas. Las zapatillas se me llenaban de tierra. Las manos se quedaban pegajosas después de haber estado tocando las empalagosas uvas. Además, Michel apenas chapurreaba a medias el español y el inglés, por lo tanto, con mi escaso francés de esa época, manteníamos conversaciones de besugo a caballo entre el inglés, el francés y el español.
Finalmente, cuando venía Michel con su coche me escabullía entre los depósitos o barricas, aparentando más trabajo del que realmente tenía. Mirando esperanzado a mi jefe de bodega para que me mantuviese en mis tareas de bodega. Compitiendo con mis compañeros argentinos por no ser el elegido en tomar las muestras.
Ahora este trabajo es más sencillo y cómodo. Del viñedo al laboratorio directo. Por internet. Aunque no es nuevo, cada vez se va mejorando.
Se trata de un medidor portátil que toma medidas de brix, pH, acidez total, ácido málico, antocianinas (color) y otros parámetros fenólicos. Recoge todos esos datos con solo apuntar a la baya, sin tener que cogerla. Los datos se toman en el viñedo, o se pueden transferir a un ordenador remoto usando una conexión de internet móvil. Todo ello está comercializado por la casa americana Brimrose.
Lo siento por el pobre Michel, persona de gran corazón. Cuando aprendí algo de francés ya teníamos conversaciones más fluidas, incluso hablábamos de fútbol. Él era un apasionado del equipo Girondins de Burdeos. Le tomé mucho aprecio. Pero con este sistema, me temo que ya no podremos entablar de nuevo esas conversaciones de la liga argentina, francesa y española, subidos en el viejo Fiat Tempra.
Arturo Blasco
Enólogo
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Licenciado en Enología.
Master en Dirección de Marketing y Ventas.
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