Vinos rosados, vinos sin complejos
El vino rosado retoma en los meses de verano el protagonismo perdido. Es objeto de innovaciones y sorprendentes propuestas: desde nuevas formas de consumo a packagings hilarantes, el verano invita al vino rosado a invadir el sector del vino.
Moda pasajera o producto estival para unos, u objeto de innovación y captación de nuevos consumidores para otros, lo cierto es que el vino rosado cada vez se introduce con más fuerza en el sector del vino.
En España, el consumo de vino rosado no está generalizado, en comparación con otro tipo de vinos, a excepción de ciertas zonas productoras tradicionales. Aunque, según las cifras de consumo de vino en España, con unos 20 litros por pesona y año, nuestro país no sólo no consume rosado, sino que no consume vino, frente a otras bebidas como la cerveza, a pesar de la estabilización de las cifras en los últimos años. Por ello, en un contexto donde se busca con gran esfuerzo nuevos consumidores, el rosado se plantean como opción alternativa, a través de un tipo de vino de calidad, refrescante, sin pretensiones petulantes y, tal vez por ello, sin miedo a innovar.
El auge del vino rosado en España comenzó a ser más notable con la introducción de una amplia paleta de colores en este tipo de vinos, fruto de la tradición francesa. En los últimos años, cada vez más bodegas han creado vinos rosados con colores como el rosa chicle, el rosa palo o el piel de cebolla. Una moda que ha provocado que multitud de bodegas opten por incorporar esta nueva gama de tonalidades rosadas, conviviendo con otras referencias que mantienen el característico rosa más intenso de nuestros país; o bien, desbancándolas, para ser fieles a la moda demandada, sobre todo por los mercados internacionales. Unos vinos rosados más pálidos y considerados, tal vez, más elegantes y delicados, que han sabido encontrar su nicho entre los consumidores.
En esto de los colores hay tanto detractores como defensores, pero todo va en cuestión de gustos, y en el campo de los vinos rosados, hay multitud de posibilidades.
Dentro de los que optan por los nuevos colores, incluso hay quien se atreve a ir un paso más allá, como Viña Vilano, perteneciente a la DO Ribera del Duero. Además de conservar su rosado clásico, con intenso color picota y aromas a frutas del bosque, acaban de sacar este año su nuevo rosado Think Pink! Se trata de un rosado elaborado con tempranillo y le caracteriza un color rosa chicle. “Está pensado para las zonas de costa, para tomar en verano”, aseguran desde la bodega, “incluso para tomar con hielo”, una forma de consumo que, afirman, podría sustituir a la copa de destilado. Para “jugar y divertirse” algo más con el vino, proponen introducir un caramelo de violeta en la copa: “así resalta los matices a violeta del vino y, por qué no, puede ser una forma de introducir a la gente en el consumo de vino”.
Aunque también se dan aquellos que, aún ampliando la gama con rosados pálidos, siguen defendiendo, con orgullo, las elaboraciones tradicionales. Este es el caso de César Príncipe, en Cigales, que acaba de sacar al mercado Charlatán, un rosado de tono muy pálido, elaborado con garnacha negra; sin dejar de lado su Clarete de Luna Rosado, de tempranillo, con un pequeño porcentaje de Albillo, Garnacha y Verdejo.
En la línea de los que apuestan no sólo por esas tonalidades nuevas, sino por el uso de rosados en la coctelería, está Ramón Bilbao, quienes recomiendan su “Fresh Rosé” como cóctel del verano: vino rosado, hielo, unas gotas de sirope de fresa y una rodaja de pomelo rosado. Así, afirman, se consume una bebida más ligera, llamativa, refrescante y mucho más saludable que las que incorporan un destilado.
Si hablamos de la nueva tendencia de consumir el vino con un par de hielos, ya sea en cóctel o no, no podíamos dejar fuera al cava. Como la sugerencia de consumo de la marca Freixenet con sus variedades "ICE", y en concreto con su Freixenet ICE Rosé, un cava rosado pensado para tomar en copa de balón, bien frío y con un par de hielos. Incluso en su web se sugieren varias recetas de coctelería para realizar con este cava.
Aunque si lo que queremos es un cóctel ya embotellado, marcas como Lolea, dedicada mayormente a la elaboración de sangrías con llamativos packagings de toque vintage, ofrecen al público su nueva creación: Lolea Rosé, un vino rosado frizzante con hibiscus y ginger.
Es tal la moda por este color, que también se cuela en bebidas que, por lo general, sólo cuentan (o contaban) con referencias tintas o blancas. Precisamente las sangrías es uno de los sectores en el que también se ha colado el rosa. Las sangrías embotelladas, de calidad, por ejemplo, aunque se iniciaron con versiones tintas y, en algunos casos, blancas, han terminado por incorporar el tercer color en su oferta, como el caso de BioMIO. Esta marca, que elabora sus referencias con ingredientes naturales y cultivados bajo estándares de agricultura ecológica, acaba de lanzar al mercado su sangría Rosé BioMIO.
Tampoco el vermú, tan de moda en los últimos años, ha podido escapar al rosa. Esta bebida, ligada al aperitivo, ha comenzado a recuperar consumo. Pero ha dejado de estar vinculada sólo al mediodía, y surgen nuevos ambientes y públicos. Por ello, los productores amplían la gama: junto a los tradicionales blancos y rojos (elaborados con vino blanco), surgen también rojos, elaborados con vino tinto, e incluso vermús rojos, elaborados con vino rosado, como es el caso del Vermut Rosado de Izaguirre un vermú mucho más ligero y refrescante.
La innovación no sólo llega con el color, sino que también lo hace con la presentación de las botellas. Uno de los casos más llamativos es el del champán Piper-Heidsieck Rosé Sauvage y su llamativo “Pack BBQ”. Esta bodega francesa, creada en 1785, rompe moldes a la hora de presentar sus etiquetas y la cultura alrededor del champán, como se puede ver en su web. La innovación de este verano ha sido la creación de un packaging “deslumbrante”: una barbacoa que bien puede usarse como parrilla o como hielera donde enfriar este champán rosado elaborado mayoritariamente con Pinot Noir. Una original forma de descontextualizar el consumo del champán y ampliar sus horizontes, sin perder el toque sofisticado que caracteriza a la bebida.
Todo un crisol de rosas, para contentar a los gustos más diversos, en función del color, formato o momento de consumo preferido, y superar así los meses más calurosos, sin dejar de tener una copa de vino en la mano.
|
Susana Molina
Periodista
|
Periodista especializada en el sector del vino.
Suscribirse
Reciba nuestras noticias en su email