Vino y Halloween
La fiesta de Halloween me recuerda a final de vendimia en California; todavía con algún remontado de Cabernet y descubando lo que ya estaba listo.
Recuerdo que los hijos de algunos compañeros venían disfrazados a la bodega para que les viésemos. Calabazas por todos lados, con sus diabólicas sonrisas dibujadas. Tejidos de algodón, simulando telarañas en las esquinas. Y muchos mensajes tenebrosos, aunque graciosos al mismo tiempo, repartidos por las órdenes de trabajo, o en las pizarras de los depósitos.
Para mí Halloween es una fiesta que hay que importar, porque hay que importar lo bueno. Y lo bueno es una fiesta sana que les encanta a los niños, porque ese día van disfrazados y consiguen dulces. Además, es un divertido juego ir por las puertas pidiendo truco o trato y recibir chocolatinas. Pero a los mayores también les gusta. Hay fiestas en muchos locales, y la gente prepara eventos o cenas especiales con amigos. Los mayores también se disfrazan. Durante las dos semanas previas, si te vas a casi cualquier negocio, siempre te encontrarás algún detalle que te recuerde a Halloween. Me fascinó cómo, en las dos semanas previas a la fiesta, se crea una actividad económica. Todos esos disfraces, chocolatinas, maquillajes, y accesorios nunca se venderían sin una fiesta como esta. Incluso vi en tiendas vinos especiales y muy ingeniosos creados sólo para Halloween.
Pienso que debemos introducir más esta fiesta, aunque no sea propia de nuestra cultura. Y si además pudiésemos ligarla de alguna manera al consumo de vino, ¡mucho mejor! Ahí lanzo la idea.
¡Que tengáis un Buh!
¡Buh-enísimo Halloween!
Arturo Blasco
Enólogo
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Licenciado en Enología.
Master en Dirección de Marketing y Ventas.
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