Vino y coctelera, o cómo ampliar las posibilidades del vino
En ocasiones, el vino asusta. Para los que no están familiarizados con él, puede que les imponga la elección, la cata o incluso la copa. Pero el vino se puede consumir más allá de las copas, las cuencas o los chatos, y sin importar la temperatura que haga en el exterior. Sus posibilidades sobrepasan las comidas, las reuniones familiares o cuales quiera que sean los esquemas en los que esté atrapado. Esta bebida no sólo ofrece una amplísima gama dentro de las variedades de uva, denominaciones de
En ocasiones, el vino asusta. Para los que no están familiarizados con él, puede que les imponga la elección, la cata o incluso la copa. Pero el vino se puede consumir más allá de las copas, las cuencas o los chatos, y sin importar la temperatura que haga en el exterior. Sus posibilidades sobrepasan las comidas, las reuniones familiares o cuales quiera que sean los esquemas en los que esté atrapado. Esta bebida no sólo ofrece una amplísima gama dentro de las variedades de uva, denominaciones de origen o tipos de elaboración. El vino, cuando opta por compañeros como las bebidas gaseosas, los zumos e incluso los destilados, puede hacer saltar por los aires todos los límites. Una alternativa para perderle el miedo.
La coctelería con vino no es algo novedoso. Legados gastronómicos como la sangría y el tinto de verano lo demuestran. Aunque tal vez se deba perfeccionar la técnica de venta, para que vuelvan a resurgir como poco a poco lo está logrando el vermú, de moda en muchos locales y ambientes, o quizá innovar en su composición.
Un error frecuente es pensar que en estas mixturas se utilizan vinos de peor calidad, pero nada más lejos de la realidad: pueden utilizar desde blancos sencillos, a tintos con crianza, pasando por espumosos, todo dependerá del resultado que queramos obtener. La clave será combinar el vino con otros elementos como plantas aromáticas, refrescos, zumos y, por qué no, destilados, para que sintonicen con el momento de consumo, la compañía, el lugar y los gustos de cada persona.
El cóctel puede resultar una gran opción para desencorsetar al vino. Ya hay muchos negocios que apuestan por esta forma de servir el vino. Un ejemplo es Ene50, situado en la madrileña calle de Narváez.
Se trata de un local moderno e informal, pensado para ser el punto de encuentro donde degustar una magnífica carta de cócteles además de su carta con la que cenar o picotear desde sushi, a ceviche o pizza, según el deseo del consumidor.
Los cocteles van variando en carta, pero siempre se puede pedir recomendación a su bar, quien, en función de los gustos de los clientes modificará o creará los combinados.
Entre los cocteles con vino que se sirven están recetas clásicas, pero con un aire renovado, como el rebujito al toque de romero y menta, para introducirse en la manzanilla, o el tinto de verano, elaborado con un tinto con seis meses de barrica, un toque de vermú y limón. En el caso del segundo, también se puede innovar con el Tin-Lich, un tinto de verano elaborado con un tinto con seis meses de barrica, sirope de ron y puré de lichis, servido en una copa de Martini para demostrar que las recetas más tradicionales pueden hacer las delicias de los más ‘modernos’.
Si se trata de innovar recetas: el mojito de albariño. Elaborado con albariño, uvas, soda y hojas de menta, constituye la opción perfecta para tomar un cóctel muy ligero y con menor graduación que la receta habitual.
Aunque si de verdad queremos probar algo diferente donde el vino sea uno de los protagonista, la mejor elección es el cóctel Ene50: zumo de cítricos, ginebra, vino blanco y clara de huevo. De gran potencia aromática, pero con un paso muy amable y sedosa por boca.
Estos son sólo algunos ejemplos de los que disponen en Ene50 para disfrute de quienes quieran introducirse en el mundo del vino, o para los adeptos que quieran dejarse llevar y ampliar los horizontes.
Susana Molina
Periodista
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Fotos: Susana Molina
Periodista especializada en el sector del vino.
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