Todo lo que el enólogo quiso saber sobre finanzas, pero nunca se atrevió a preguntar (II)
Si hay alguna frase que se manosee sin que quien la usa piense demasiado en ella es “Los trabajadores son el activo más importante de la empresa”. Así sólo pueden hablar con propiedad el dueño un de club de fútbol o, peor, un tratante de esclavos.
La semana pasada creo que pasé por encima del Balance de Situación sin pararme lo suficiente en él; del lado de Pasivo está el dinero desembolsado por los accionistas, los créditos y lo que se debe a proveedores, administraciones y demás; poco que ver con la Enología, pero bastante que ver con el enólogo, ya que será el encargado de “gastar” buena parte de esos recursos financieros.
En el Activo se refleja el valor de los bienes en los que se han invertido los recursos financieros del Pasivo; en los casos que comentaba al inicio, futbolistas o esclavos. Con los recursos invertidos en peloteros y gladiadores, se espera que estos proporcionen beneficios en el futuro a los inversores. Aunque lo del fútbol está muy malito según este señor, y el mercado de esclavos hace mucho que desapareció. Pero en las bodegas se invierte en otros bienes y los empleados no aparecen en ese apartado; así pues, falacia desmontada: “El que los empleados sean el principal activo de la empresa nos puede llevar a la ruina”. No perdón, “Los trabajadores NO son un activo de la empresa”, al menos desde un punto de vista contable.
En el Activo lo primero que nos interesa es la parte que llaman “Activo no corriente” o “Inmovilizado” y de ella el “Inmovilizado material o técnico” que es el dinero invertido en adquirir los bienes materiales y recursos que permitan cubrir todo el ciclo de producción de la uva a la botella. Estos bienes permanecen en la bodega durante varios años y deben estar vinculados al desarrollo de la actividad. Lógicamente se reflejan en el Balance por su valor, que al principio será el de adquisición neto –no se incluyen los gastos financieros-. En los ejercicios siguientes, el uso de los mismos hará que se deprecien, lo que se irá reflejando en los sucesivos balances.
La forma en que se refleja esa depreciación es la “Amortización” y en principio el criterio a aplicar se decide en el momento de la compra. Es una estimación técnica que puede variar según el tipo de equipo al que se aplique; por ejemplo, una barrica pueden ser ocho años de vida útil, amortizando (depreciando) cada año en un 12.5% y en un edificio son veinte años, un 5% anual. También hay otras formas de amortización no lineal, pero mejor no complicar el tema. En general no hay normas, cada empresa decide la duración del elemento, el valor residual y la forma de amortización. Pero lo que hay es una normativa fiscal que sí las fija en su ámbito, lo que implica diferencias, y lo normal es hacerlas coincidir para evitar complicaciones.
La cuota de amortización se incorpora a los costes del ejercicio, es la forma de ir “pagándola” y ese “pago” se refleja en la Cuenta de Resultados. Hay dos cosas que conviene recordar; primero, amortizado no quiere decir inútil, es un equipo que está a valor cero en el balance, pero puede ser perfectamente utilizable; segundo, algo sin amortizar se puede quedar obsoleto –ojo con las virguerías tecnológicas- y sufrir una depreciación inesperada con el consiguiente coste no previsto, o sea pérdida.
La otra parte interesante del activo son las existencias, el valor tangible más importante de las bodegas es el vino y el enólogo es su guardián. Pueden ser valoradas a precio de adquisición o coste de producción –esto es, imputando todos los costes añadidos- en el caso de que sean fácilmente identificables; pero esto no es lo más habitual, están en famoso FIFO y el valor medio ponderado. Este último suele ser el más habitual en bodegas, sobre todo a partir de cierto tamaño. El por qué esta claro; mantener un mismo valor para una añada, en vinos jóvenes, o mantener un mismo valor para una calificación en el caso de vinos envejecidos; permite operar con unos precios de venta constantes y que los márgenes no se vean afectados a la baja por una cosecha muy cara o al alza por una cosecha excepcionalmente barata –más impuestos-. A otro tipo de bodegas les puede parecer más interesante destacar el factor añada, en fin cada uno hace lo que más le conviene.
No sé si alguien ha llegado al final de este rollo, pero si se mira una bodega con sus viñas y su maquinaria, con sus instalaciones de elaboración, sus bodegas de crianza en barrica y botella, su embotelladora y su almacén con todo el equipamiento que llevan aparejado y luego se miran las oficinas, la zona de las visitas y los coches de los comerciales, te das cuenta de que la parte del león del Activo de una bodega depende de su Director Técnico y que es lamentable que este no tenga ni idea de lo que realmente es el Activo. Dicho queda.
Javier Escobar
javier.escobar@elcorreodelvino.com
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Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.
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