Tempranillos al Mundo. Una realidad consolidada.
Importación obligada y mentalidad abierta, dos razones más que consistentes para trasladar allí una nueva edición del Tempranillos al Mundo
La semana pasada tuvo lugar en Estocolmo (Suecia) la celebración de la quinta edición de Tempranillos al Mundo. El primer concurso itinerante internacional de vinos que, como su nombre indica, se encarga de promover y promocionar una de las uvas más importantes en el panorama vinícola español en todas aquellas regiones que cada año son elegidas por su creciente potencial e importancia e la industria del vino.
Este año, tras cuatro ediciones recorriendo ciudades como Shangai, Copenhague o París, se eligió a la capital sueca como centro de celebración de esta cata tan peculiar que tiene a la tempranillo como gran protagonista. Una elección que se tomó teniendo en cuenta su carácter de país no productor donde, sin embargo, el consumo no hace sino crecer temporada tras temporada. Y no “únicamente” entre los consumidores de toda la vida, esos que superan la franja de los 40 años, si no también entre unos jóvenes que no sólo ven el vino como una bebida más sana y (por qué no decirlo) más cool que esos copazos de whisky con Coca-Cola que nos tomamos por aquí, sino que además predican con el ejemplo. Ya saben, ese que siempre nos hace quejarnos por no existir entre los jóvenes españoles y, al mismo tiempo, consolarnos por verlo tan imposible de conseguir en una cultura como la nuestra. Ese ejemplo existe y se fomenta impúdicamente en una ciudad tan ajena al vino en sus orígenes como es Estocolmo, una ciudad cuyas cartas de vino suponen, en cada restaurante, todo un alegre crisol de culturas y regiones.
Importación obligada y mentalidad abierta, dos razones más que consistentes para trasladar allí una nueva edición del Tempranillos al Mundo y todo aquello que el concurso siempre ha promovido desde su creación en 2004: una selección de los mejores vinos realizados a partir de la uva tempranillo, el mejor panel de catadores posible y un mimo y cuidado único que sólo un concurso con estas dimensiones y filosofía puede permitirse. Este año, la representación de vinos tempranillos, alma del concurso, estuvo constituida por más de 370 muestras de gran calidad (como se desprende de los propios resultados del mismo) donde, entre la gran mayoría de vinos españoles destacaban algunos llegados desde Oregón, Tailandia o Grecia. Debido al alto nivel de calidad alcanzado este año fueron bastante las medallas de oro y plata conseguidas por vinos de diversas regiones españolas como Navarra, La Mancha o Extremadura y por supuesto Rioja y Ribera del Duero, pero también hubo medallero para uno de los representantes estadounidenses y (en plata) para uno de los argentinos. Todas ellas, medallas que claramente no serían posibles de no disponer de un panel de jueces, que este año resultó tan diverso como para contar con catadores llegados de todo el mundo, Argentina, Italia, Francia, Portugal, España y por supuesto, Suecia, con una representación de 11 catadores. Una diversidad que no supuso ningún problema a la hora de elegir al mejor de los tempranillos de esta edición: el Durón Reserva 2005, un clásico de Ribera del Duero galardonado con la Gran Medalla de Oro.
Por último hay que citar también la filosofía y trato que se encuentra detrás de este concurso organizado por la Federación Española de Asociaciones de Enólogos con el apoyo del Instituto de Comercio Exterior Español, una filosofía que podría considerarse el mismo corazón del concurso y que más que explicarla habría que vivirla para entender a qué nos referimos.
Bueno, por último no, por último hay que aclarar que nunca ningún concurso ha supuesto la panacea para nada y que, por supuesto, el Tempranillos al Mundo no va a suponer la solución a todas aquellas bodegas que cuentan con vinos de esta variedad, ni mucho menos a todos los males de una industria cada vez más desorientada en cuanto a estrategias de comunicación, promoción y venta. La industria del vino en España tiene problemas, sí, pero quizás menos graves de lo que nos convencemos siempre para concluir que lo mejor es quedarse en casa bien resguardado y esperar a que mejores tiempos lleguen sin más ayuda que la de los dioses.
Siempre habrá quien busque soluciones, por pequeñas que sean, y siempre habrá quien prefiera la protección que dan los problemas.
Siempre habrá quien diga que los concursos deben ser más generales y no focalizarse en una única uva; siempre habrá quien piense que España es el país donde debe hacerse la promoción antes que lanzarse a conquistar nuevos horizontes; siempre habrá quien considere que se requiere de catadores más especializados en los vinos que van a catar y siempre habrá quien afirme que ningún concurso es necesario.
Por suerte, siempre habrá diversidad de opiniones y seguramente, en este caso, todas lleven su parte de razón. Todas estas teorías podrían suponer el germen de nuevas acciones y oportunidades de promoción, negocio y (de lo que se trata) venta. Seguramente, pero las ideas necesitan cobrar forma, luchar contra las adversidades, los kamikazes, los errores, mejorar, crecer y finalmente, consolidarse. Para a su vez seguir creciendo y mejorando.
Cinco años deambulando por todo el mundo con la única misión de promover las (muchas) virtudes de la variedad tempranillo y la importancia de la misma en los vinos españoles puede ser visto como una mera cruzada romántica o como la potente herramienta de negocio y comunicación que es para todas las bodegas que cuentan con esta uva entre sus filas. Siempre hay quien ve el vaso medio lleno y quien, sin embargo, prefiere verlo medio vacío. Pero en este caso, lo que importa es la botella, y ésta que nos estamos bebiendo viene bien cargada de los mejores tempranillos. Salud.
NOTA: Puede encontrar la relación completa de vinos premiados en la web http://www.enologo.com/tempranillo.
Directora de marketing y comunicación de la WBWE Amsterdam – Asia
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