Premios Mezquita: La feliz idea de innovar en los concursos

El problema de la mayoría de los concursos de vino es que son demasiado estáticos. Todos dicen, de una u otra forma, que siguen las directrices de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), aunque no todos se apuntan a su órbita, ya qu
Viene esta reflexión a cuenta de las pocas posibilidades de éxito con que cuentan los vinos de altura y todos aquellos que, por su longevidad y complejidad, solo son capaces de expresarse cuando llevan mucho tiempo en la copa. Para ser más claros, qué difícil tiene un Vega Sicilia Único de triunfar en un concurso de cata a ciegas…
Quizás por eso es todavía más loable que Manuel López-Alejandre, un hombre de, por y para el vino, haya decidido que los Premios Mezquita de este año, cuyo concurso dirige desde su creación hace ahora 19 años, dediquen una sesión aparte a todos aquellos vinos que, con una cierta antigüedad y por petición expresa de la bodega participante, merezcan ser jarreados o decantados para ofrecer su mejor versión.
López-Alejandre, que fue durante muchos años secretario general de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, es también creador de la fundación Aula del Vino que promueve la celebración de estos premios, que han conseguido poner a Córdoba en el mapa mundial de zonas vitivinícolas y que ha dado prestigio tanto a sus afamadas tabernas como a su patrimonio natural y cultural, refrendado ahora con el reconocimiento por la UNESCO de los Patios de Córdoba como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Córdoba, que es muchísimo más que una bonita ciudad en las que aún conviven en perfecta armonía vestigios de las tres culturas monoteístas más importantes del mundo, ofrece de esta manera su estampa de tierra amante de los vinos. Pero esa faceta se ve aún más acrecentada con gestos como el de López-Alejandre, que van más allá, pero mucho más allá de su efecto mediático. Con ello, la ciudad de los califas se erige en una renovadora de los concursos de vino con un único objetivo: dar más prestigio a este alimento mediterráneo, santo y seña de nuestra identidad.
Muchos elaboradores de vinos de largas crianzas o que realizan su labor en zonas elevadas verán cumplido el sueño de que sus vinos puedan ser juzgados con equidad y sin la ligereza que supone eliminarlos o puntuarlos bajo por presentar, de inicio, aromas de reducción, propios de su edad, origen o forma de crianza.
Con ello, los galardones de los Premios Mezquita ganan en entidad y pueden pasar a la historia por ser los primeros que dan la oportunidad a estos vinos de expresarse en toda su amplitud. Lo demás era hurtarles la posibilidad de la participación o verse relegados, en muchas ocasiones, de manera injusta a comentarios poco favorables sobre unas virtudes que tardan en aparecer. Pero, ojo, cuando aparecen…

Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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