¿Por qué no bebemos vino?

Magnífica exposición de Rafael del Rey, director general del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), ante una veintena de miembros de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV)
En esta exposición, celebrada recientemente en Madrid, llegaba a la conclusión de que los países productores, con especial incidencia en la Vieja Europa, pierden anualmente parte de su consumo de vino por varias razones.
Los nuevos hábitos sociales, especialmente en las zonas urbanas, la creciente criminalización del consumo por parte de las autoridades sanitarias de la Unión Europea, el alejamiento de los jóvenes de una bebida que consideran difícil y poco atractiva y la desunión del sector han sido algunos de los factores que más negativamente han influido en la caída del consumo, imparable desde hace algunos años, y especialmente en España.
Aún sosteniendo que el consumo español real por persona y año se ubica más en los 21 litros que en las cifras oficiales que hablan de 17, lo cierto es que estamos muy lejos de los más de 40 litros que beben italianos y portugueses y los más de 50 litros que consumen nuestros vecinos de Francia.
Durante muchos años el mundo del vino en España se ha disfrazado de tal aureola de tontería que ha ido espantando a los jóvenes de su lado. Ocurre ahora que el bebedor de vino se está muriendo y no hay quien le remplace. El engolamiento de algunos sumilleres que trataban con poco menos que desprecio al cliente que, a su entender, no sabía de vino pero estaba dispuesto a aprender; el esnobismo y la atracción por el lujo y los vinos caros de buena parte de los profesionales de la prensa generalista y especializada son algunas de las causas que objetivamente han influido a la hora de alejar a los posibles nuevos consumidores.
De forma paralela, la educación del paladar por bebidas dulzonas y/o refrescantes ha hecho que el vino quede relegado. Y si encima cuando un joven se inicia en este mundo, generalmente a través de vinos fáciles como el moscatel o el lambrusco, le decimos que lo que bebe es una porquería, terminará alejándose de este mundo y convirtiéndose, además, en un activista en contra del vino.
¿Y qué han hecho otros? Los países del Este, escasamente conocedores del vino con alguna excepción como Rumanía, Hungría o Eslovaquia, lo han utilizado como piedra de choque contra el alcoholismo. Todo lo contrario de lo que hacen las autoridades sanitarias de la Unión Europea. Y la educación en el mundo del vino ha servido, curiosamente, para frenar las altísimas tasas de alcoholismo de unas sociedades lastradas por el consumo habitual de destilados como el vodka con contenidos en alcohol superiores a los 40 grados. Y las experiencias han sido positivas, ya que la cultura del vino y de su consumo moderado ha calado en buena parte de la población.
¿Y Estados Unidos o Canadá? Dos países del Nuevo Mundo, ambos productores, pero sobre todo consumidores, han conseguido que el mensaje del vino cale de manera importante entre los jóvenes con inquietudes y nivel cultural medio o elevado. Este mensaje les ha hecho consumidores racionales frente a la irracionalidad del botellón y sus derivados.
¿Y Argentina? Durante los últimos 18 meses, Argentina ha recuperado parte del consumo interno perdido gracias a la iniciativa llevada a cabo por la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), que implica al grueso del sector, además de la Administración central y las provinciales. La designación del vino como Bebida Nacional ha sido algo más que un enunciado bonito. Supone que el vino argentino esté en todas las recepciones oficiales del país, tanto dentro como fuera, que las embajadas se impliquen en su difusión, que el vino y el enoturismo se publiciten en Argentina, sin las cortapisas que impone la Unión Europea. Y el resultado no puede ser más exitoso. Recuperación de más 1,5 litros por persona y año en poco tiempo.
¿Y nosotros? Pues habrá que preguntar a nuestras autoridades, al grupo parlamentario creado en torno al vino, a los responsables comunitarios de sanidad y saber si, fuera de la exportación, el vino tiene o no tiene salvación.
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José Luis Murcia
Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV.
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Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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