Parker cambia la España del blanco y negro por la de color

El Gobierno español, con todo merecimiento, decidió otorgar a Robert Parker el pasado mes de agosto la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, que ha recibido hoy en la sede del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.
Hasta que el influyente gurú norteamericano del vino Robert Parker visitó España, por segunda vez, para conocer sobre el terreno nuestros vinos pasó mucho tiempo. Estuvo por estos lares a mediados de los 70 con el dictador todavía en plena faena, ausencia de buenas carreteras y red de comunicaciones y exceso de No-Do y adoctrinamiento. Quizás por eso no volvió a pisar suelo hispano hasta que en noviembre de 2009 su amigo Pancho Campo, primer Máster of Wine español, le invitó al evento Wine Future Rioja para que hiciera una cata de garnachas de toda España. Fue entonces cuando el Gobierno español, con todo merecimiento, decidió otorgarle el pasado mes de agosto la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, que recibe hoy en la sede del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.
La Federación Española del Vino (FEV), que agrupa a cerca del 80% de las empresas vitivinícolas españolas, ha decidido sumarse al acontecimiento con una comida homenaje que pretende dar un impulso en la comunidad internacional a nuestros vinos, ya que nos guste más o menos, el crítico norteamericano continúa gozando de gran predicamento en el mercado mundial. Prueba de ello es que muchos compradores, no digamos ya aquellos que aún conservan vestigios monopolistas como Canadá o el Norte de Europa, exigen en sus compras un mínimo de puntos Parker o, cuando menos, tienen en cuenta las valoraciones del equipo del gurú.
No es, pues, de extrañar que el equipo que preside el empresario castellano-manchego Félix Solís haya querido sumarse a una iniciativa que, en palabras de Pau Roca, secretario general de la FEV, pretende agradecer al norteamericano su trabajo a favor del vino y la promoción que, con sus publicaciones y juicios de valor, hace de este alimento inscrito con letras de oro en la Dieta Mediterránea, mal que les pese a la Organización Mundial de la Salud, a la vicepresidenta económica del Gobierno y a algún que otro iletrado más como el senador por Castellón Juan Bautista Cardona, quien recientemente equiparó, sin especial sonrojo, el vino con las drogas, en clara contradicción con la legislación española y con la política general llevada a cabo por el Gobierno de Rodríguez Zapatero en el sector.
En un contexto de crisis económica en el que buena parte de las bodegas españolas lo están pasando mal, la visita de Parker no deja de ser una buena noticia, independientemente de que se esté de acuerdo o no con sus puntuaciones y sus gustos, independientemente de que pueda caer más o menos simpático e independientemente de su forma de trabajar.
En los foros del vino hay opiniones para todos los gustos. Hay incluso, quien tirando de vena chauvinista, señala que resulta difícil de entender que se otorgue un galardón como la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil a un extranjero cuando infinidad de españoles han recibido la de la Legión Francesa sin preguntarles, porque ya lo sabían los que la otorgan, su nacionalidad.
Parker ya ha sido condecorado con anterioridad por Francia, en dos ocasiones, y por Italia, en una ocasión. No se trata de subir al carro de lo que hacen los demás ni de imitar gestos. Pero sí parece de razón que un país como el nuestro, dispuesto a seguir en la lucha con los dos mayores productores de vino del mundo y, mal que nos pese, con una mayor relevancia mundial en el sector, haga lo posible y lo imposible por promocionar el vino español en la medida de lo posible. Y con todos los peros que se quiera, la decisión de condecorar a Parker va en la buena dirección, aunque esperemos que no le entreguen la medalla la vicepresidenta Salgado y el senador Cardona al unísono. Sobre todo por ellos, ya que el vino, especialmente el bueno, es adictivo. Afortunadamente.

Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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