Nueva Zelanda: El milagro del sauvignon blanc a granel
En un momento en el que un grupo de revolucionarios de salón, que beben Château Pétrus y mean Chanel 5, arremeten contra el comercio internacional de vino a granel y, a la par, contra buena parte de los empresarios vitivinícolas españoles que, según su criterio, no saben vender el vino con valor añadido, Nueva Zelanda, uno de los países con mayor proyección en las exportaciones, pasa de vender el 2% de su producción a granel en el año 2000 al 39% en 2018.
Este aumento es en gran medida por la calidad de su Sauvignon blanc que le hacen percibir una media de 2,29 euros por litro en este segmento de vinos.
Con datos de 2016, cuando ya son públicos al menos los datos interanuales a octubre de 2018 de la mayoría de los países exportadores, estos progres de gustos caros aseguran, con gran preocupación medioambiental, que el problema de España, con esa suerte de pesimismo rancio noventayochista al que se abonan buena parte de la derechona e izquierdona de nuestro país, que el problema del vino español es la gran cantidad de vino a granel frente al embotellado que se exporta. Y, a la par, ocultan, probablemente porque no lo saben, que Australia, Chile o Nueva Zelanda, por poner tres ejemplos, incrementan cada año sus exportaciones de vino a granel.
Nueva Zelanda ha pasado de vender el 2 % de su producción a granel en el año 2000, al 39 % en 2018.
Su conciencia ecologista(?) no les permite analizar con frialdad la enorme cantidad de emisiones de CO2 a la atmósfera que se producirían en el mundo si las empresas vitivinícolas decidieran embotellar toda la producción en origen y venderla mediante transporte de aviones, camiones y barcos en los cinco continentes.
Tampoco se han parado a analizar cuáles son las ratios de rentabilidad de una bodega o cooperativa si como en 2018 vende su vino a granel a una media cercana a los 0,60 euros el litro a granel o a menos de un euro en botella. Y es que la ignorancia y el uso parcial de datos son actitudes muy atrevidas. Es cierto que para aquellos que todos los días tienen la posibilidad de poner a su mesa vinos por encima de los 20 euros, les debe parecer vulgar que puedan consumirse vinos más que decentes en el entorno de los 3-4 euros la botella, aunque a la par reivindiquen con golpes de pecho el legado de Karl Marx.
Los que critican las grandes cantidades de vino a granel que se venden en España, frente al embotellado, ignoran la enorme cantidad de emisiones de CO2 a la atmósfera que se producirían en el mundo si las empresas vitivinícolas decidieran embotellar toda la producción en origen.
Pese a ello, las empresas vitivinícolas españolas en su conjunto, bodegas o cooperativas, de granel, de envasado o ambos, hace tiempo que, en general, gozan, con sus altibajos, de buena salud. Y cada año afrontan, con la realidad más palmaria, las peculiaridades de cada cosecha que, en el caso de la de 2017, les ha supuesto una importante inyección de ingresos pese a la baja producción.
En el caso de Nueva Zelanda, las ventas de vino a granel crecieron un 2,6% hasta los 97 millones de litros, con una producción cercana a los tres millones de hectolitros, de los cuales 40 millones de litros fueron a parar a Reino Unido, 23 millones a Estados Unidos y 19 millones a Australia, en un mercado que sigue tendiendo al incremento paulatino de las ventas a granel para envase en destino. Y eso que en las antípodas no hubo generación del 98.
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José Luis Murcia
Periodista. Presidente de AEPEV-FIJEV.
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Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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