Los vinos que pide el mercado y la ayuda de las nuevas tecnologías
Estamos empeñados en extraer aromas, gustos, colores bonitos, cuando la mayoría de clientes (poco entendidos) en lo que más se fija es en la textura
En el siglo 21 las tecnologías existentes no tienen nada que ver con las de hace 50 años. Está claro que el mundo del vino no es de los que más avanza tecnológicamente, comparado con las industrias del agua, industrias de zumos o cerveceras entre otras. Siempre va detrás de los demás, copiando y luego aplicando sus tecnologías al sector. En las últimas ferias que he asistido, de las pocas maquinas más novedosas que me han sorprendido, por ejemplo: la electrodiálisis (ya no tan nueva), o la mesa de tría automatizada de uva sana por cámara, son solo copias de otras maquinas que hace ya mucho tiempo se usaban, una para desalinizar aguas o para la tría de frutas.
Hace unos años visite la cervecería Damm y me impresionó mucho la planificación de futuro que tenían, las tecnologías que aplicaban, todo tan automatizado que entre pocas personas podían manejar toda esa gran industria, y sobre todo, cómo se sabían vender cara al público, tanto a expertos como a aficionados. Hoy en día hay muchas bodegas que apuestan en las visitas, algo que ahora se está poniendo de moda en el sector y que hace muchísimos años ya se hacia en pequeñas cervecerías Alemanas, Belgas, etc.
Muchos enólogos están encerrados en hacer los mejores vinos, pensando siempre en tener las mejores notas, querer sorprender, cosa que no veo mal como un vino top, como imagen de una bodega, y para los amantes del vino, pero al fin y al cabo todo es un negocio, son vinos imposibles de vender. Muchas bodegas con gran capital fueron creadas para tener una propiedad más, un dinero invertido más fácil de controlar, o simplemente como capricho de tener una bodega, invirtiendo mucho dinero en ella, contratando a los mejores enólogos, haciendo un gran volumen de vinos muy caros, sin conocer este mundo, metiéndose en un agujero negro sin salida.
Nunca nos hemos sabido vender tan bien como los châteaus con nombre de Burdeos, que sin tener el vino hecho ya se lo quitan de sus manos. Aquí estas cosas no pasan, tenemos que pensar más en el gran público, en hacer vinos más fáciles para no entendidos, la juventud ya no quiere tantos vinos tipo rioja, botellas con etiquetas tan clásicas, un intermedio para conquistar tanto a adultos como a jóvenes, no quieren pagos monovarietales tan caros, sólo coupages de vinos bien hechos, sencillos y económicos.
Estamos empeñados en extraer y trabajar los aromas, los gustos, tener un bonito color en el vino, cuando la mayoría de clientes poco entendidos en vino en lo que más se fija es en la textura, algo que no se trabaja mucho y que inconscientemente hace un vino más fácil, más apetecible, ligero o denso dependiendo del tipo de vino deseado y deja un recuerdo más duradero para el consumidor.
No sólo hay que pensar como español ya que para la mayoría de bodegas sus principales clientes son alemanes, ingleses, o americanos, y sus gustos no son como los nuestros. Cada país tiene sus culturas, sus idea, sus comidas. España es un país menos exigente, no entiende tanto de vinos, creen que un vino de 8 € será mejor que uno de 4 €, y si quiere quedar bien, comprará antes el de 8 € o cualquier marca conocida que siempre da la misma calidad, no son clientes que consuman periódicamente. En el resto de Europa en general quieren lo más económico, pero también piden calidad, no siempre repiten, les gusta descubrir nuevos vinos, se cansan rápido de una marca, pero si les gusta, probarán todas tus añadas y nuevas marcas que lances al mercado.
Hoy en día hay muchos estudios, herramientas y productos que permiten poder hacer vinos pensando en el consumidor final, de buena calidad, sin perder las características del “terroir”. Ajustando más el precio, con el mismo margen de beneficio.
Hay que apoyarse en las nuevas tecnologías
Tanto en viticultura como en enología, mecanizando el viñedo, o aplicando sistemas de poda mínima o poda mecánica para vinos económicos, (aunque estos sistemas no se pueden aplicar en cualquier zona ni en todas las variedades, pero hay estudios muy interesantes sobre el tema) hay que apoyarse en las nuevas tecnologías.
En bodega, minimizar costes que no aporten nada, reducir perdidas de materiales (es impresionante, en según que bodegas, la cantidad de material que tiran por culpa de maquinas mal ajustadas o por mal almacenado). Aplicar máquinas capaces de estabilizar vinos con más seguridad sin perder calidad en el vino, en poco tiempo y más económico. Nuevos productos enológicos que ya todos conocemos, desde clarificantes hasta taninos, manoproteínas, o levaduras seleccionadas para hacerlos más propios. Utilizar técnicas como los “chips” que bien usados pueden dar resultados impresionantes, imitando a barricas sin tener el vino tanto tiempo encerrado, y sin el coste que conlleva comprarlas. Entre tantas otras técnicas que hay, y que aún faltan por descubrir y aplicar.
Todo esto con la finalidad de producir un vino propio, característico, y económico. Es decir, más comercial.
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