Los jóvenes rompen barreras en el mundo del vino
El mundo del vino está cambiando al ritmo que marcan, en gran medida, los nuevos consumidores. No debemos olvidar, en este sentido, que el mayor consumo no se centra ya en Francia, que se ha quedado en los 27 millones de hectolitros anuales, que es un 250% más que el consumo español, pero queda ya lejos de los más de 32 millones de hectolitros que acapara el gigante americano.
Los vinos de gran extracción de color y taninos, de moda durante mucho tiempo merced al entonces “monopolio” del gurú Robert Parker, han dejado paso gracias al empuje de las nuevas generaciones a vinos más afrutados, menos maderizados y con un amplio abanico de posibilidades. Tanto los jóvenes estadounidenses como sus vecinos canadienses comienzan a aceptar otros envases más vanguardistas y rupturistas que la clásica botella de 0,75 litros.
Hace 20 años solo los pubs británicos apostaban por el vino de grifo (bastante común ofrecer tempranillo de La Mancha o Valdepeñas, chardonnay borgoñón y syrah australiano) en una tendencia conocida como keg wine. Esa popularidad, antaño circunscrita al Reino Unido, ha saltado frontera y es rara la vinatería norteamericana que se precie que no ha apostado claramente por este servicio.
Barra del Louis Bar (Foto: loisbarnyc.com)
De hecho, entre la Sexta y la Séptima Avenida de Nueva York, en pleno Manhattan, se encuentra Lois, un referente en el mundo del vino de la ciudad norteamericana, que sirve todos sus vinos en barril como consecuencia de una moda que ha calado profundamente entre los consumidores de ese país. Un responsable de la empresa Free Flow Wines aseguraba recientemente a la revista VinePair que muchos bares se desesperan por la mala conservación que el vino tiene en la botella, especialmente a partir de su apertura. Asegura que tiene la certeza de que el vino estará en una calidad similar a la hora de servirlo que cuando se introdujo en un barril. Pero, además, está la reducción de costes en las bodegas, especialmente en las pequeñas, “que puede llegar hasta seis dólares por caja”. Y ese ahorro, a juicio de los expertos, repercute también en los clientes.
El bag-in-box es mucho más que una realidad. Cuando hace unos años los países escandinavos comenzaron a promocionar un envase como este pocos pensamos que el consumo en Suecia coparía hasta cerca del 90% de las compras y en el caso de Noruega sobre el 60%.
Y es que el mundo cambia. Y rápidamente. Sube el consumo de blancos, rosados y espumosos. En algunos casos en porcentajes insospechados hace solo algunos años. Y las palabras modernidad y vanguardia comienzan a escucharse en el mundo del vino.
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José Luis Murcia
Periodista. Presidente de AEPEV-FIJEV.
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Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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