Las calificaciones de las añadas de los vinos: ¿calificación o fraude?
Escribo este artículo a raíz de otro publicado en el periódico El Mundo, ya que al leerlo recordé un tema sobre el que quería hablar desde hace tiempo: las calificaciones de las añadas.
Y es que, según el artículo leído, en Burdeos han calificado la añada 2013 como mala, en términos generales y a excepción de algunos vinos.
Comentan, con razón, que Rioja, por ejemplo, la califica como buena, sin más. Esto quiere decir que no lo es, según dice el artículo. Y yo soy de la misma opinión. Pero esta falta de rigor en las calificaciones las tenemos también en Ribera del Duero y otras muchas.
Creo que, como nos suele ocurrir, hemos desprestigiado totalmente la calificación de las añadas en España: nunca, jamás, hemos visto una cosecha calificada como mala, cuando, por desgracia, las hemos tenido y las tendremos.
Siempre se dice que es comprensible comercialmente hablando, desde el punto de vista del marketing. Es cierto: si una cosecha de Rioja o de la Ribera del Duero (o de donde sea) fuera calificada como mala, tendría dificultades para venderse. Pero es mejor no calificarlas que calificarlas mal, que desaparezca la calificación, pero que no se engañe al consumidor medio, ya que no es un experto y puede no detectarlo con facilidad.
En el caso de no querer eliminarla, las añadas deberías ser calificadas por personas imparciales, asépticas totalmente a nombres, marcas o denominaciones; que califiquen el vino simplemente como lo que es, en cata ciega o como sea.
Mientras sea el comité de cata de la misma Denominación de Origen, o un grupo de personas invitadas por el Consejo de la Denominación para que se cate en sus dependencias los vinos que ellos te quieran dar, esta calificación nunca será imparcial ni, lo que es peor, veraz.
Sé que es duro para las Denominaciones de Origen enfrentarse a cosechas que les sean calificadas de malas. También lo es para otros estamentos decirlo. No me imagino a un político hablando en La Mancha sobre la mala calidad de la uva o lo mal que viene la vendimia y los malos vinos que dará. En lugar de eso, actúan como en la pasada vendimia, que mientras se veían los remolques llenos de uvas con pudrición, por la televisión se alababa la calidad de la uva que entraba en las bodegas.
Tenemos, para finalizar, que plantearnos muy claramente lo que queremos y de qué manera lo queremos. Las calificaciones ya no se las cree nadie, a no ser que sea calificada de excepcional o excelente, en cuyos casos significa que es una añada buena. Pero cuando baja de lo extraordinario ya divagamos en lo que tenemos.
Por tanto, si queremos ser fieles a unos principios, si queremos que el consumidor confíe en nosotros y poder ganar adeptos, lo primero es no engañar. Quizá sea el momento de replantearse lo que verdaderamente queremos, y de qué manera lo queremos. Si seguir con la comedia de las calificaciones de añadas, o hacer una cosa seria; si queremos simplemente quitarla, o que cada bodega califique la suya. Incluso dejar sitio a los gurús del vino, de los que ahora se fía tanto la gente, que son los que califican, no una cosecha, sino un vino concreto de una cosecha concreta. Este de los gurús es otro tema a tratar, hoy no toca, pero es a lo que nos hemos abocado, quizá por no hacer bien lo primero.
Javier Sánchez-Migallón
Director Ediciones Albandea y El Correo del Vino
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