La vie en rose
En época primaveral, entrando en verano, he escuchado en alguna terraza la icónica canción de Édith Piaf «La vie en rose». Y es verdad, en primavera lo veo todo de color de rosa, las temperaturas templadas y los días largos me alegran la vida ¿y a quién no?
Es una época en donde el vino rosado tiene su apogeo. Es un tipo de vino que desaparece en otras épocas del año. Es el vino malquerido. No es blanco, no es tinto. Es algo a medias. No tiene muchos seguidores, por lo que entiendo. Pero es un vino que si está bien elaborado posee una fuerza aromática muy buena, y una acidez que hace sucumbir a cualquiera. Pero.. ¿y el color?
En España hacemos los vinos rosados más subidos de tono. Alardeamos de que nuestros rosados brillan como rubíes. De hecho, ayer me fijaba en el vino de mesa que tengo en casa. Sí, vino de mesa. No todos los días son viernes, y entre semana bebo vino asequible para mi debilitado bolsillo. El caso, es que este vino rosado bien podría pasar por un vino tinto de alguna variedad como Pinot Noir. Este vino poseía tal color que apenas se transparentaba lo que había detrás.
Y dicho esto, recuerdo la primera vez que fui a Francia. Pensé que los rosados franceses estaban enfermos. Tienen un aspecto pálido, gris, sombrío. Si los comparas, pienso que nuestro color es mucho más bonito, vivo y atractivo. Pero eso no vende.
Y es verdad. No venden nuestros rosados subidos de tono. Nos obliga el mercado a hacerlos paliduchos. El mercado ha sido afrancesado, y está acostumbrado a estos rosados con aspecto de enfermos hepáticos. Nuestros rosados marcados no gustan a primera vista. Es una pena ya que si hacemos rosados con otro estilo, perdemos nuestra identidad. Pero ganaremos cuota de mercado, ya que supuestamente si hacemos rosados flojos de color, venderemos más. Hay que rendirse al poder del dinero.
Nos tenemos que adaptar al mercado, ya que esto es un negocio. Y si hubiese que hacer vinos diferentes, no tardaríamos nada en hacerlos. Tenemos experiencia, sabiduría, buenas instalaciones, y los enólogos que son unos fieras, hacen el vino que se proponen. Pero ahora debemos de darle al mercado lo que quiere.
Lo bueno, es que no siempre será así. Confío en que la moda cambie algún día y los rosados españoles sean tendencia en el panorama internacional. Ahora cederemos ante los rosados incoloros, pero ya llegará nuestra hora de mostrarles lo que valemos.
Ya llegará.
Arturo Blasco
Enólogo
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Licenciado en Enología.
Master en Dirección de Marketing y Ventas.
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