La tiranía de las grandes superficies
Hace tiempo que la mayoría de los sectores alimenticios viven subyugados por la tiranía de las grandes superficies que marcan precios a su libre albedrio y obligan a seguirlos a quien les quiera vender, bajo la única condición que entienden: sí o sí.
Me centraré en el sector del vino, que es el que nos ocupa, pero por desgracia pasa de forma similar con la mayoría de productos: aceites, leche, etc.
Las grandes superficies no miran el precio, ni el valor, que pueda tener el vino, se fijan sólo en qué precio pueden ponerle para venderlo, y venderlo bien, y si puede hacerlo mejor que el hipermercado de al lado. Eso sí, como el vino baje 10 céntimos, ya están llamando a las bodegas exigiendo que el precio del vino se rebaje inmediatamente. Pero ni caso cuando el vino sube, aunque sea, como este año, de manera contundente.
Hay que hacer una gran y honrosa salvedad, que es la de los vinos de alta gama. Un vino que sea de fama nacional, que se venda a precio elevado y que la bodega no tenga excesivos problemas a la hora de comercializar su cosecha, va por cauces diferentes. En estos casos, el precio lo pone más la bodega que la gran superficie.
En el caso del resto de los vinos es peor, y más cuanto más baratos sean. Deben someterse a la tiranía de tener que pasar por los precios que te marcan.
El vino este año ha sufrido un incremento de precios medio de un 40% más o menos. ¿Me pueden decir ustedes qué vino de estos que hablamos ha subido su precio en el hipermercado este porcentaje? Afino más: ¿qué embotelladora está vendiendo a una de estas cadenas su vino un 40% más caro que el año pasado? Me atrevo a decir sin temor a equivocarme que ni una sola.
Este año a muchos embotelladores la campaña le va a costar dinero, precisamente por culpa de estas cadenas. La solución es fácil de decir: no vender a un precio que no sea medianamente rentable. Lo que pasa es que si les dices esto les da exactamente igual, porque en la puerta tienen a otras diez bodegas llamando y dispuestas a venderles a ese precio más barato, con la falsa creencia de que es la manera de entrar, y en años sucesivos ya compensaremos las pérdidas con las nuevas ventas. Nada más equivocado y lejano. Para esta gente no hay clientes fijos, o si los hay son muy pocos. En esto del vino barato, el mejor postor es quien se lleva el gato al agua. Que nadie se crea que, por entrar hoy a pérdidas, el año que viene se lo van a reconocer; si llama otro y se lo dan más barato, ese será su próximo cliente.
Lo justo sería un agrupamiento del sector, ponerse en su sitio y poner a estos tiranos de los precios en su lugar. Seguro que la cosa cambiaria mucho, pero sabemos que es una utopía imposible de cumplir. Sólo nos queda señalar este tipo actividades y quizá no estaría de más denunciarlo más veces, poniendo nombres y marcas para que el consumidor (que de todo esto no se beneficia en nada) fuera quien los pusiera en su sitio al no comprarles. En Francia, por ejemplo, se toman medidas por todas partes contra estas grandes superficies, lo vemos a menudo en las noticias. Ya veremos en España.
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