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La apuesta por la calidad vuelve a quedar en el olvido

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Los Premios Mezquita se renuevan y cambian fecha a junio
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La buena noticia de que las existencias de vino y mosto a 31 de julio han disminuido de forma considerable, y casi milagrosa, en Castilla-La Mancha, que acumulaba la mayoría de los excedentes de vino almacenado, solo puede ser entendida como un alivio para el sector, que afronta así una vendimia normal en cantidad y excepcional en calidad, sin los nubarrones que dieron lugar al decreto del Ministerio para realizar una retirada obligatoria

de cuatro millones de hectolitros con destino a la industria y con costes para los productores.

Sin embargo, pocos se acuerdan ya de que el problema puede volver a producirse en cualquier momento y, por ahora, la apuesta por la calidad y la limitación de producciones vuelve a quedar en el olvido.

El sector se vio inicialmente sorprendido con las circulares de la Administración que pedían una limitación de producciones tan elevada que, en caso de sobreproducción, volveríamos a las andadas. Aunque el silencio impera entre bodegas y cooperativas, todo hace pensar que la disminución de excedentes se ha producido con la venta al mercado de los vinos de calidad más baja a precios más de risa que de ganga. Ese movimiento ha hecho que, al menos durante dos meses, la cotización de los vinos se hundiera, pero también ha permitido, justo es decirlo, eliminar parte de unos excedentes que podrían haber condicionado sobremanera la campaña actual.

Tenemos en España la malísima costumbre de acordarnos de Santa Bárbara solo cuando truena. La prueba es que, durante esta semana, las cooperativas han salido en tromba a pedir que no se aplique la norma del Gobierno que permite retirar del mercado hasta cuatro millones de hectolitros, demanda que está bien fundamentada en la situación actual a la que se enfrenta el sector, pero nada han dicho sobre la limitación de producciones y las primas a la calidad.

Desde que estallara el problema a principios de verano, poco o nada ha cambiado, con excepción de la venta a la desesperada de más de tres millones de hectolitros. Pero ha llegado una nueva vendimia y grandes bodegas y cooperativas, con algunas honradísimas excepciones, han vuelto a las andadas de pagar igual la uva buena que la mala. Salvo casos como el de Martín Códax y alguna cooperativa más, prácticamente ninguna tiene baremos que permitan remunerar la uva más allá de las variables peso y grado.

Todo parece indicar que la vendimia en la que nos encontramos va a ser buena. Puede que hasta muy buena. Pero el problema sigue sin resolverse y no es impensable que en cuanto las condiciones climáticas lo permitan aparezca de nuevo el problema con excedentes en los que los vinos de calidad inferior tengan difícil su salida al mercado o, en el peor de los casos, rompan los precios y hagan pagar a justos por pecadores. Los viticultores buenos están hartos de que su trabajo no tenga premio y los malos y especuladores están encantados porque a más kilos, más ingresos. Y así es difícil ser competitivos en los mercados internacionales. El objetivo no puede ser solo vender. Sino vender bien. Y eso solo se consigue con calidad y control de producciones.

 

 

José Luis Murcia  
José Luis Murcia
Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV.

 

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