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Kafka y el vino con gaseosa

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¿Y si juntamos los culos?
¿Y si juntamos los culos?

Durante varios años, a estas alturas de marzo ya estaba volando hacia el hemisferio sur para realizar la vendimia.

Durante estos años he conocido a mucha gente, he realizado vinos de todo tipo, y he visitado lugares de ensueño. Pero siempre siempre me perdía las Fallas y algunas otras fiestas locales. No hay cosa que me alegre más que las fiestas locales. En donde la calle se convierte en un lugar de encuentro, en donde se conoce a gente nueva, en donde se fusionan las culturas, y se descubren nuevas gastronomías.

Y en estos pueblos de nuestra geografía, en donde conozco gente nueva, no es difícil que tarde o temprano sepan que soy enólogo. Muchas veces me preguntan que a qué se dedica un enólogo. Cuando comento que me dedico al vino, me miran raro. Noto que la gente se incomoda. Como mucho muestran curiosidad por un ratito. Pero en breves instantes confiesan que no saben de vino, que "perdone usted, pero yo no entiendo de eso, como mucho mezclo con gaseosa". Y me miran para que les perdone por no saber de vinos, por ser herejes y mezclar vino con gaseosa. Me miran como si fuese un cura al que piden clemencia y les deje libres de toda culpa.

Pero no. Les doy la razón. Que mezclen si quieren. Me pueden llover collejas por varios lados, pero si se quiere sentar una base cultural del vino, lo primero es acercarlo a la gente.

Al hilo de este pensamiento, recuerdo una anécdota del instituto. Después de leerme la Metamorfosis de Kafka, el profesor me hizo varias preguntas. Respondí todo correcto. Por la cara del profesor, pensaba que yo era un estudiante aplicado. Finalmente me preguntó si me había gustado el libro. Le respondí que no. Que me parecía un libro raro. Que prefería otro tipo de lectura más amena y divertida. Le dije que no entendía por qué ese libro tan abstracto era tan famoso. Aunque los libros de Kafka se leían rápido, nunca los entendía.

Mi respuesta no le agradó al maestro, pero él me comprendió y me dijo una gran frase que entendí al momento:

"Los niños pequeños le hacen ascos a las primeras papillas saladas. Pero cuando son mayores, devoran la paella"

Con esta frase en mi cabeza empecé a leer más libros, y a intentar comprender a Kafka y a autores similares. Anecdóticamente, años más tarde coincidí en mi equipo de rugby con unos de los nietos de Kafka.
Solo coincidí con uno. Con Martin Kafka.

Y es así, la cultura se aprende. Poco a poco, pero se aprende. Si dejamos la pedantería a un lado y no consideramos herejes a quienes mezclan el vino. Poco a poco conseguiremos que la curiosidad crezca. Y, en poco tiempo, querrán probar nuevos vinos, apreciándolos en su máximo esplendor.

De esta manera, curioseando, empecé yo con el vino.

 

"A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar”

Franz Kafka

 

 

Arturo Blasco  
Arturo Blasco
Enólogo

 

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