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Irreverencia en el vino

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Vinos del Bierzo: calidad y diversidad
Vinos del Bierzo: calidad y diversidad

David Muñoz ha sido muy criticado por sus propuestas con el vino en Madrid Fusión, pero es el único que ha conseguido que en los medios de comunicación se hable sobre vino al cubrir el encuentro gastronómico, a pesar de tener en el mismo recinto y dentro del mismo evento el espacio de Enofusión.

La cita enológica, en su quinta edición, contó con joyas como algunas botellas de Château L’Angélus, Pedro Ximénez con más edad que cualquiera de los presentes en la sala, armonías gastronómicas con vinos exclusivos, formatos magnum en una cata porque son las únicas botellas que quedan de referencias como las del Cabernet Sauvignon de 1994 de Jean Leon, explicaciones de figuras destacadas del vino, más de 120 etiquetas para catar libremente, etc., etc., pero al gran público sólo ha saltado la noticia de que el vino se puede condimentar y servir en pipetas.

Por supuesto que el público objetivo de Enofusión no es el público general, por su carácter profesional, pero tampoco lo es Madrid Fusión y ocupa muchos minutos de la información durante su celebración, porque la gente empieza a interesarse por dichos contenidos, aunque no sea entendida o profesional del sector. Por tanto, ¿cómo despertar su interés en el vino, aunque sólo sea por el componente cultural que tiene?, ¿cómo llegar al público general para atraerlo como consumidor?

Esas preguntas se plantearon en uno de los Círculos del Vino, espacios para el debate que volvieron en esta edición a Enofusión. En “El buen vino no vende”, haciendo referencia al bajo consumo de España, a pesar de la calidad y precio de sus vinos, se plasmó la preocupante situación del consumo de vino en nuestro país.

Elisa Errea, de The Wine Studio, planteaba que para llegar al consumidor era necesario simplificar el mensaje, utilizar un lenguaje universal, buscar una historia propia y conectar el vino con la gastronomía. Punto en el que coincidía Nicolás Fernández Trujillo, de Scott&Henry: “para vender vino hay que vender una historia, una ilusión, porque tras cada botella hay un gran esfuerzo”. Pero a pesar de la calidad que se pueda lograr, o el esfuerzo requerido, como comentaba Manolo Moreno, de Agencia Zapping  “el vino español es bueno, pero no sabe contar que lo es”.

En este sentido, Errea, cansada de que desde las bodegas siempre se centren en el proceso de elaboración o en la cantidad de cepas, etc., desde la perspectiva del marketing, y buscando conectar con el cliente final comentaba: “qué le importa al consumidor cómo se hace el vino, hay que conectar con la gente, hacer el vino divertido, porque es divertido”.

Y si de conectar se trata, o por lo menos de despertar el interés para que se hable de vino, la mejor fórmula la consiguió en esos días David Muñoz. Por tanto, la conclusión más adecuada al contexto que se cocinaba con las propuestas de Muñoz fue una de las expuestas por Elisa Errea: “Hay que aprender de la gente irreverente”.

 

 

 
Susana Molina
Periodista
 

 

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