Impuesto al vino

Cada cierto tiempo salta al ruedo la misma noticia-amenaza sobre los impuestos al vino. Unas veces desde Europa otras, como ahora, desde España.
Hay que tener en cuenta que los números en ventas interiores y sobretodo de ventas al exterior del sector agrario en general y del vino en particular es muy grande, cada vez mayor. Hay un bocadillo muy grande y sabroso y apetece poder pegarle un buen bocado, ya que el montante económico es grande.
Parto de la base de que no creo que este impuesto llegue a concretarse, ya que está todo el sector en contra y los efectos que causaría serían muy perniciosos para todos, desde agricultura a exportación. No obstante, está en estudio y, aunque difícil, puede ser que al final se aplique de una u otra manera.
Desde mi punto de vista hay dos o tres opciones.
La primera pasaría por poner, al estilo de Francia, una accisa o precinto en cada botella, parecido al de las bebidas espirituosas, que sería casi simbólico y más que con un afán recaudatorio como control del vino que sale de bodega y el que se vende. Sinceramente, y aunque haya quien me critique, si esto sirviera para un mayor control de los vinos y no redundara negativamente en el vino mermando ventas, yo estaría de acuerdo. Cuanto mayor control tengamos de los vinos, mejor. Si lo que se pretende es recaudar fondos, esto afloraría una gran cantidad de dinero, al evitar poder vender vino sin factura, la declaración sería mayor y por tanto la recaudación también. Esta primera opción, más que impuesto, se llamaría tasa, aunque en el fondo vendría a ser lo mismo.
La segunda opción se trataría de poner, ahora sí, y con todas sus palabras un impuesto al vino, vía IVA reducido, o súper reducido, vía sencillamente impuesto directo. Esto es más peligroso y sí perjudicaría enormemente el consumo del vino ya que al elevarle el precio mediante impuesto, se recaudaría, a priori más, pero quizá a largo plazo menos, por dos cosas, se reduciría el consumo y se acrecentaría enormemente la picaresca de poder venderlo bajo cuerda para evitar los impuestos. Esto generaría, a la vez, una desigualdad enorme entre las bodegas que actúan por lo legal en la totalidad de sus ventas o compras, que se verían perjudicadas frente a quien no lo hiciera así.
La tercera opción, que también se contempla, sería la unión de las dos anteriores, es decir, tasa mediante accisa y un impuesto encima. Ni que decir tiene lo que esto significaría.
Estamos en proceso de estudio y personalmente no veo muchas posibilidades de que se ponga al final, al menos lo que es el impuesto puro y duro, pero nunca se sabe.
En cualquier caso creo que, si se va a estudiar, primeramente se debería de llamar al sector para hablarlo con él, que no nos den las cosas ya hechas, hay que estudiarlo y nadie mejor que los diversos actores del mundo del vino para poder aportar ideas, pros y contras de unas cosas y otras.
Nuestros políticos se tienen que acostumbrar a eso, a hablar con quien entiende de cada sector, no a darle ya cosas finalizadas e impuestas. Quien más entiende de las cosas es quien más puede ayudar.
En definitiva, otra semana con sobresaltos, y aunque no venga al caso, quiero hacer un inciso sobre el tiempo excesivamente primaveral que estamos teniendo, cuando aún estamos en invierno. Ya conocen el dicho de cuando marzo mayea, mayo marcea. Si continua el calor la brotación se va a adelantar y el tiempo de exposición a los peligros de heladas se incrementa notablemente. Yo en Mancha ya he visto muchas viñas con el lloro.
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Javier Sánchez-Migallón
Director Ediciones Albandea y El Correo del Vino
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