Hemisferio norte, orilla derecha

Siguiendo el ritmo de la tierra, de un hemisferio a otro, en estos momentos me encuentro en Burdeos con el objetivo de realizar otra vendimia. Cada vez tengo más claro que no soy enólogo, todavía, del mismo modo que un recién licenciado en filosofía no se puede considerar filósofo. Demasiado presuntuoso.

Siguiendo el ritmo de la tierra, de un hemisferio a otro, en estos momentos me encuentro en Burdeos con el objetivo de realizar otra vendimia. Cada vez tengo más claro que no soy enólogo, todavía, del mismo modo que un recién licenciado en filosofía no se puede considerar filósofo. Demasiado presuntuoso.

En esta ocasión voy a hablaros de la orilla derecha, en concreto de Saint-Emilion.

Saint-Emilion, bien conocida por todos los amantes del vino, es una AOC que se estableció en la década de los 50. En ella se localizan algunas bodegas míticas, como Chateau Cheval Blanc o Chateau Ausone, pero en general no es una zona tan histórica como la pueda ser la región de Medoc y sus Crus Classés de 1855. Aún así, de un tiempo a esta parte se han hecho muy bien las cosas y en la actualidad es uno de los viñedos más prestigiosos a nivel mundial.

En esta AOC existe una clasificación oficial. Se compone de  4 niveles, que de menor a mayor prestigio se ordenan del modo siguiente: Saint-Emilion, Saint-Emilion Grand Cru, Saint-Emilion Grand Cru tipo B y , Saint-Emilion Grand Cru tipo A. Cabe destacar que dicha clasificación se renueva cada 10 años atendiendo a criterios técnicos, cualitativos y de notoriedad. Hasta el año 2012 hubo solamente 2 Grand Cru tipo A, Cheval Blanc y Ausone, pero en la revisión de 2012 pasaron a formar parte de este selecto grupo Chateau Angelus y Chateau Pavie. El quinto en discordia en mi opinión es Chateau Figeac, encuadrado dentro de los Grand Cru tipo B, categoría donde también han promocionado en la reciente revisión 2 bodegas propiedad de un políglota alemán:  Chateau la Mondotte y Chateau Canon-la-Gaffelière.

Con respecto al terroir, Saint-Emilión es conocida por su famoso plateau argilocalcaire, suelo muy fresco bien adaptado al cultivo de merlot. Se trata de una meseta con arcillas en superficie y piedra caliza en profundidad. Además de servir de cantera para construir Bordeaux, esta caliza actúa como una esponja aportando agua a la planta según sus necesidades durante la fase vegetativa. En los años buenos (secos), a partir del envero la arcilla en superficie, a pesar de contener mucha agua, la tiene adsorbida con tal fuerza que no está disponible para la planta. Esto crea un estrés hídrico en un momento óptimo que provoca una óptima maduración polifenólica de los vinos, aportando color y tanino de calidad en abundancia. Es realmente una alineación de planetas la combinación planta-clima-suelo  que se ha producido en este caso. Caso aparte es el caso de Cheval Blanc, enclavado en una zona de gravas y arenas, hecho que permite elaborar en esta zona un vino con proporción atípica de cabernets, 1/3 de cabernet sauvignon y 1/3 de cabernet franc.

Solo añadir para finalizar que es toda una experiencia trabajar en esta zona donde a lo largo de la historia han tenido que superar tantos desafíos en pos de realizar vinos de calidad. En mi opinión esto les ha permitido ser conscientes del esfuerzo que supone y en última instancia les a ayudado a valorizar mejor su producto. Llamadme chovinista.

Ricardo Velasco Pla Licenciado en Enología. Valencia y Burdeos.