¿Hay demasiadas instituciones en el vino español?

Corren malos tiempos para duplicar esfuerzos y para dividir la tarta de subvenciones de las administraciones, ahora que la teta de las ayudas públicas no da para más. En esta pertinaz crisis, se está recuperando un poco la cordura en algunos aspectos y me pregunto si no se ha reaccionado a tiempo a nivel institucional en esta nueva situación en el

Y digo esto, porque en España conviven la FEV, AVIMES, el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv), FIVIN, la Plataforma Tecnológica del Vino o la Fundación para la Cultura del Vino, entre otras instituciones. Es cierto, que alguna de las citadas surgen a iniciativa privada de determinadas bodegas y que la presidencia estatutaria de tres de ellas recaen en el Presidente de la FEV, en este caso Félix Solís, pero no sé hasta qué punto se puedan solapar muchas actuaciones o, simplemente, no se podrían compartir sedes, personal y gastos corrientes. En algunos casos, con vocales sectoriales, nos podríamos “ahorrar” algunas instituciones, porque muchas de ellas conviven con el “ya viene el lobo” desde hace años y las ayudas menguan y se tratan de buscar vías económicas alternativas.

El tiempo ha puesto a cada uno en su sitio y recordarán, a modo de ejemplo, como, hace unos años, las televisiones autonómicas públicas no se conformaban ya con tener un solo canal o con tener corresponsales propios en numerosas ciudades del mundo y no sólo en Bruselas, donde podría tener cierto sentido un trato especializado de la información de las fuentes directas comunitarias. En la actualidad, todo eso ha desaparecido, una vez que se han tratado de seguir estrategias estrictamente empresariales.

Una de las búsquedas de viabilidad económica alternativa de algunas instituciones –la otra pasa por subcontratar servicios externos para no cargar el capítulo de personal- pasa por cobrar informes sectoriales. Desde luego, son de calidad y están redactados por expertos reputados que disfrutan de fuentes de información directas de administraciones e importantes organismos públicos y privados. Pero, desde luego, como criterio de rentabilidad económica, estaríamos sólo beneficiando a una parte de las más de 6.000 bodegas que conviven en España. Al final, a las bodegas pequeñas les puede salir por un pico estar al corriente de las orientaciones de los mercados internacionales.

Además, hay más instituciones que abordan también el vino como patronal, como la FIAB, la representación que tenemos en la CEEV en Bruselas y otras muchas sectoriales, de sumilleres, enólogos, de ciudades del vino (ACEVIN), etc. En algunos casos, incluso han estado involucrados varios ministerios. Está claro que cada organización trata de actuar como “lobby” en su sector y que lucha por unos intereses legítimos específicos, pero al final en este mundo del vino todos nos conocemos y en ocasiones se pueden mezclar las aspiraciones personales y profesionales de algunos reputados dirigentes con el interés general, que es otro peligro acuciante que dejo caer…