¿Está España preparada para absorber una cosecha importante?
En España solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. El mercado mundial fue, finalmente, capaz de absorber el cosechón de 2013 cuando nuestras bodegas y cooperativas alcanzaron una producción, entre vinos y mostos, superior a los 53 millones de hectolitros, pero ¿a qué precio?
La primera consecuencia, y en este caso positiva, es que España supo, de una u otra forma, gestionar la venta de una cosecha superior en mil millones de litros a la de un año normal. La segunda consecuencia es que el exceso de oferta arrastró a la baja los precios, especialmente del vino a granel básico, pero también del resto de vinos, tanto a granel como embotellados.
El vino que antes llevaba España a la quema para una destilación que solo servía para eliminar excedentes a costa del erario público comunitario está ya en el mercado y, poco a poco, mejora su calidad, incluso en los segmentos más básicos. La amenaza de la Administración central de retirar cuatro millones de hectolitros de la circulación, con cargo a los productores, tuvo el efecto deseado y logró que estos se deshicieran de buena parte del vino sobrante, aunque fuera a precios irrisorios, pero siempre mejor que pagar por deshacerse de ellos.
Esta lección debe servirnos para estar mejor preparados para el futuro. La primera máxima, ya establecida por bastantes bodegas y cooperativas, es pagar por calidad, con parámetros objetivos de grado alcohólico, acidez y estado sanitario de la uva, algo que parece obvio pero que hasta ahora no se hacía. Y aún queda un buen ramillete de industrias que siguen pagando exclusivamente por el parámetro del grado.
La segunda máxima es la de la autorregulación. De nada sirve decir, como en ocasiones defiende el máximo dirigente de las cooperativas, que otros países cuentan con más rendimientos que España y nadie les dice nada. El problema para nosotros es que no somos capaces de vender una gran cosecha a precios adecuados y otros, como Francia e Italia, más duchos en el mercado, sí lo hacen. Se hace necesario pues tener unos rendimientos para los vinos más básicos, la elaboración de mostos o alcoholes para el uso de boca, y otra para los vinos que deben venderse como graneles de calidad o envasados de prestigio. Y esa diferencia debe ser, aún más clara y acusada, cuando la cosecha que se avecine pueda ser muy grande.
Por otra parte, bodegas y cooperativas deben acordar, ahora que la Interprofesional está más cerca de ser una realidad, medidas de almacenamiento que hagan al mercado regularse. Pero en fin, como nunca llueve a gusto de todos, la realidad es que las cosechas en el hemisferio sur han sido cortas, especialmente en Argentina, pero también en Chile. Y en Francia está lloviendo demasiado, lo que pone en peligro la calidad y la cantidad de su próxima vendimia. En este contexto, puede que la naturaleza, si finalmente se confirma una gran cosecha en España, arregle lo que el sector no es, todavía, capaz de arreglar por sí mismo. En pocos meses lo veremos.
Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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