El vino y la pirámide de la dieta mediterránea

A un alimento como el vino no debe dársele de lado ni ser borrado de una pirámide a la que pertenece por tradición y cualidades.
La decisión de la Administración Española de permitir que el vino desaparezca como parte inseparable de la dieta mediterránea solo puede ser calificada como una bajada de pantalones de los responsables gubernamentales del anterior Ejecutivo que prefirieron plegarse a los dictados del lobby antialcohol comunitario del que forman parte personajes tan nefastos para el sector como Elena Salgado, que tanta gloria lleve como descanso deja, o Nicolas Sarkozy, de quien esperamos, por el bien del vino francés, se dedique a cambiar pañales en vez de a dirigir uno de los países más poderosos de la Unión Europea.
Pero esta jugarreta no habría sido posible sin la aquiescencia de los científicos que han consentido este desaguisado con la justificación de que los países árabes podrían sentirse molestos por incluir un producto que prohíbe su religión. Y mi pregunta es ¿no prohíbe también el cerdo? ¿Quitamos, pues, el jamón y sus partes magras? ¿Es que la tolerancia supone dejar que los demás hagan lo que quieran y nosotros hacer también lo que los demás quieren que hagamos?
Yo pensaba que democracia y tolerancia significaban también reciprocidad. Yo no entendía la Alianza de Civilizaciones como plegarse a los intereses de otra cultura desdeñando la nuestra. Yo no creía que lo políticamente correcto es que Arabia Saudí financie una macromezquita en la M-30 madrileña con orientación wahabí, es decir radical, y nosotros seamos condenados a la cárcel en ese país por portar una cruz, por rezar, por sentirse cristiano, por portar un petaca de whisky o por ser mujer y conducir un coche.
Pues bien ya tenemos otro ejemplo. Y pensamos que cuando el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, de buen recuerdo en el sector por su trabajo en la etapa del Gobierno Aznar, llegara pues subsanaría rápidamente el desaguisado anterior; consentido por otra parte por Rosa Aguilar, una magnífica parlamentaria, una combativa luchadora por la democracia y una inepta como ministra. Y esta es una prueba más. No sólo que fuera incapaz de pedir una ayuda para el almacenamiento del aceite de oliva, que ahí sí que ha estado rápido el renuevo ministro.
Es verdad que el nuevo Gobierno lleva poco tiempo y hay que darle un plazo de cortesía, pero no está de más que Arias Cañete recuerde que no debe olvidarse de un sector que él conoce bien, no en vano, pese a ser madrileño, lleva mucho tiempo residiendo en Jerez, y que merece volver al lugar que le corresponde. Y de paso podemos pedirle a los científicos que ya pueden dar la vuelta al discurso, ya que al frente de Sanidad no se encuentra, por fortuna, la abstemia Elena Salgado, ni Rajoy ha tenido la tentación, loado sea el Apóstol Santiago de haberlo iluminado, de habernos puesto en su lugar a Ana Pastor, que seguro que en Infraestructuras lo hará mucho mejor que en lo tocante al líquido elemento.
A un alimento como el vino no debe dársele de lado ni ser borrado de una pirámide a la que pertenece por tradición y cualidades. A ver si de nuevo, y van…, los talibanes de la Sanidad se van a imponer sobre la realidad cultural, social y, si me apuran (ahí están miles de estudios médicos para corroborarlo, de salud que rodea al vino. Ministro Arias es tu turno y esperamos que muevas ficha.

Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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