El vino español aguanta bien la crisis
De la evolución del vino español en 2008 podemos sacar dos buenas noticias y dos malas
Por una parte, los datos de producción y ventas, tanto en el mercado interior como en los mercados internacionales, han evolucionado razonablemente bien en el conjunto del año. También en el lado positivo, observamos que las consecuencias de la entrada en vigor de la nueva reglamentación europea sobre el vino, la OCM u Organización Común del Mercado, han sido menos negativas de lo que algunos habían pronosticado. Las malas noticias son, por un lado, que la crisis sí se ha empezado a dejar sentir en los últimos meses del año. Por otro, que, como la propia OCM ha demostrado, las ayudas públicas no duran eternamente, por lo que acostumbrarse a ellas es una mala práctica, aunque sí deban aprovecharse bien mientras duran.
La producción de vinos y mostos españoles, en el entorno de los 40 millones de hectolitros en 2008, se mantiene estable durante los últimos cuatro años y en una cifra que equivale aproximadamente a la demanda de estos productos. Luego, se mantiene el equilibrio y eso es bueno para la estabilidad y la tranquilidad de los agentes del sector. No hay ni grandes excedentes ni grandes déficits de vino.
Despejadas las incógnitas que todos los años nos generan las variaciones climatológicas sobre cuánto vino se pudiera producir, queda observar cómo se han comportado los factores de la demanda. Y las previsiones sobre esta demanda no eran buenas a final del 2008. Por una parte, se esperaba ver cómo afectaría la crisis económica general al consumo de vino en España y en el extranjero. Por otra, la entrada en vigor de la nueva OCM en agosto del 2008, con grandes cambios en el sistema de ayudas comunitarias, hacía presagiar posibles disminuciones en la producción de mosto y de alcohol vínico para brandís y otras bebidas que lo usan. Para dar una idea de la importancia de lo que estos dos productos significan en España, obsérvese que cualquier cosa que pusiera en peligro la elaboración de estos dos productos, mosto y alcohol, estaría afectando a un tercio de nuestra producción. Y si, por cualquier motivo, estos dos productos dejaran de elaborarse en España, significaría que el mercado del vino se vería incrementado en nuestro país en unos 14 millones de hectolitros adicionales… que habría que vender y, sin duda, tendrían un fuerte impacto sobre los precios generales del vino. Pero los peores augurios no se cumplieron.
El mosto, aún sin ayudas y a pesar de la fuerte competencia ejercida por los italianos, se ha producido en una cantidad estimada de 5,45 millones de hectolitros, que es cifra muy similar a la de años anteriores. Y España sigue teniendo condiciones para ser un gran elaborador de mosto, muy competitivo y con posibilidad de ser el primer suministrador mundial de este producto. Por su parte, el alcohol vínico ha contado en el año 2008 con una ayuda temporal de la Unión Europea, prevista sólo para dos años y que por eso mismo debía aprovecharse al máximo, pero cuya aplicación en España se ha retrasado extraordinariamente. A pesar de ello, se han elaborado por el momento unos 5,3 millones de hectólitros que es cantidad sensiblemente inferior a la de años anteriores, pero pudieran producirse algunos más en periodos que han sido sucesivamente ampliados. E incluso, se ha pedido por una parte del sector que se estudie la aplicación de una destilación de crisis para eliminar parte adicional de vino.
Por su parte, las ventas del vino tampoco han ido mal en el año. La peor parte se la han llevado las ventas en el mercado interior y, particularmente en el canal de la restauración, donde se estima que puedan acabar 2008 con una bajada global del 10%. Pero en el canal de la alimentación, las cifras del Ministerio reflejan una subida del 2,4% en volumen y del 0,7% en valor. Cifras que, para como está el conjunto de la economía, no son malas, si bien es cierto que se ven muy afectadas por la inclusión de nuevas bebidas relacionadas con el vino como son las sangrías, los tintos de verano y el calimocho.
Y mejor aún han evolucionado las exportaciones del vino español que consiguieron acabar el año con un incremento del 8% en valor y del 8,5% en volumen, hasta rozar la cifra récord de 2.000 millones de euros. Evolución muy positiva que se ha beneficiado de la buena marcha de nuestras ventas exteriores durante la primera mitad del año y, sobre todo, de las buenas exportaciones de vinos de mesa a granel, vinos de mesa envasados y vinos espumosos. De estas categorías de vino, graneles y espumosos dieron signos de disminución en los últimos meses del año, particularmente por las dificultades que atraviesan nuestros principales mercados europeos vecinos como Francia, Italia y Portugal y, también por las dificultades financieras y cambios en su política de abastecimiento del gran mercado que en los últimos años ha supuesto Rusia. Por su parte, los vinos con denominación de origen han atravesado un año de estancamiento cuando no ligera recesión, afectados entre otras cosas por la mala marcha de mercados importantes como Reino Unido y Estados Unidos. A finales del 2008, sólo el vino de mesa envasado sigue dando muestras de gran dinamismo.
Esta evolución de nuestras ventas, tanto en el mercado nacional como en exportaciones, muestra una aparente tendencia hacia vinos más económicos y nos hace concluir con dos buenas lecciones. Hoy, las bodegas españolas agradecen haber tomado hace ya años la decisión de diversificar tanto sus mercados como su cartera de tipos de vino. Respecto de los mercados, las bodegas comprueban que una apuesta decidida, constante y seria por la exportación, permite hoy compensar con ventas en otros mercados lo que deja de venderse en casa. Respecto de la cartera de productos, la diversificación iniciada hace años por la mayor parte de nuestras principales bodegas permite ofrecer distintos tipos de vino, de distintos orígenes, precios y calidades, para distintos tipos de situaciones y gustos. La diversificación de mercados y de tipos de vino ha sido y es una estrategia de éxito. La otra gran lección a aprender de la situación actual del mercado es la necesidad imperiosa de hacer bien las cuentas, ajustar mucho todos los costes y extremar al máximo la preocupación por ofrecer muy buenos vinos a precios muy competitivos, pero de una forma que siga siendo rentable para quienes los producen. Y en eso, las bodegas españolas pueden salir ganadoras.
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