El éxito del rosado y sus tendencias
Mientras el consumo de vino rosado aumenta en el mundo de manera casi imparable, Provenza (Côtes de Provence, Coteaux Varois y Coteaux d´Aix-en-Provence), considerada por muchos la guía espiritual de este tipo de vinos, solo supone el 6% de la producción global y frena su crecimiento no solo frente a competidores internacionales como Italia, España o Australia sino contra la fortaleza de Languedoc-Rosellón, el gigante francés que se abre camino gracias al buen hacer de sus bodegas y cooperativa
Mientras esto sucede, la mayoría de los mercados, acostumbrados al estilo provenzal de vinos rosados de escasísima extracción de color, acidez definida y rasgos minerales, adquieren este tipo de vinos de distintas variedades nacionales e internacionales y de los lugares más variopintos de Italia, España, Austria, Australia, Portugal, Alemania, Bulgaria, Argentina o Chile, por poner algunos ejemplos.
Se da la paradoja de que el público, en general, se orienta más hacia los vinos rosados de estilo provenzal, ya sean procedentes del norte de Italia con sangiovese, de Navarra con garnacha, de Cigales con tempranillo, de Chile con cabernet Sauvignon o de syrah australiano. Nada que ver en estos casos con el estilo provenzal de unos vinos de cierta duración gracias a su acidez, de cuerpo mediano merced a sus tonos minerales y, eso sí, de un color atractivo que es copiado por buena parte del orbe.
Los vinos más subidos de color, como los Bandol franceses o algunos de los vinos de Navarra, Cigales o Castilla-La Mancha, son más objeto del deseo de sumilleres que del grueso de la población, ya que prefieren romper, con excepción de los grandes y sutiles vinos provenzales, con una moda a la que solo guía el color y no la estructura y la calidad del vino.
Estados Unidos, mayor consumidor de vino del mundo, también de rosados, absorbe el 20% de las exportaciones de Provenza y se decanta hacia los vinos de mayor calidad y prestigio, una orientación a la que no es ajena su vecina Canadá y entre cuyos jóvenes causa furor este tipo de vinos. Ocurre, además, que la influencia italiana en el mercado norteamericano sirve también de acicate a los rosados de este país, especialmente los sangiovese.
El tradicional rechazo de los vinos rosados brillantes o subidos de color por parte de los franceses y la oposición de muchos españoles hacia aquellos que presentaban un aspecto provenzal parece haber pasado a la historia o, al menos, ha disminuido notablemente, aunque aún perduran los prejuicios ligados al color frente al estilo y estructura del vino en su conjunto.
Sea como fuere, el rosado continúa estando de moda y prueba de ello es el éxito de público y crítica con el que cuenta la Master of Wine Elizabeth Gabay, natural de Reino Unido y residente en Provenza desde hace muchos años. Variedades autóctonas, nuevos estilos, variados aromas… el rosado continúa siendo una buena fuente de inspiración de enólogos y de disfrute de consumidores.
Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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