El éxito del caos
Conozco a bodegueros que han alcanzado el éxito a base de manejar el caos y de romper todos los moldes relativos a las posibilidades técnicas y potenciales que ofrecen unas instalaciones pensadas para elaborar hasta diez veces menos producción de la que son capaces de comercializar.
Y algunos han alcanzado el éxito siendo muy buenos comerciantes y recogiendo lo que sembraron, especialmente en Exportación, hace unos años, después de unos años navegando sin rumbo fijo y a costa de reducir al máximo su margen de contribución, hasta el punto de convertirse en referentes para diferentes mercados.
Con el acicate del éxito, a estos emprendedores es muy difícil decirles qué es lo que tienen que hacer, porque estoy convencido, lejos de cualquier lógica que se enseña en escuelas de negocios, máster, postgrado o demás certificados académicos, de que el propio desorden es el motivo principal para pensar adónde han llegado. Es como si en una gran mesa de trabajo tratáramos de poner orden y, lejos de arreglar las cosas, la persona que tiene que manejarse en ese escenario no diera pie con bola.
Un responsable de Exportación de una de estas bodegas medianas, que juegan a ser grandes en zonas de producción españolas en donde ser mediano ya no es ninguna broma, me comentó una vez que, en un escenario en el que tiburones blancos despedazan a sus presas, una parte del “pescado” se precipita a una profundidad inferior, en donde hay también bastante alimento para otros peces de tamaño grande, pero menos importante. Si no comen demasiado, no llamarán la atención de los grandes escualos.
Y digo lo anterior, porque ahora tengo frescos la realización de los Planes de Marketing y otra serie de instrumentos. Éstos pueden ser muy útiles o convertirse en papel mojado, si no se tienen “anteojeras” en la cabeza como las bestias de carga y se mira más allá del horizonte temporal más cercano; si no se piensa en que es necesario contar con un presupuesto concreto; o se cree que sólo es una forma para tratar de colársela a los funcionarios que chequean los fondos de las ayudas de la OCM.
Eso de decirles que tienen que alcanzar más eficiencia y que es más importante vender mejor que vender más es algo por lo que te miran mal cuando se lo dices, aunque, claro está, no vayas a criticarles que están tirando el dinero en una u otra acción, porque te recuerdan dónde han llegado y qué casa y qué coche tienen, por eso de que luego suelen quedar entre ellos para sacar pecho como los palomos buchones o los gallos de un gallinero.
Después de hablar con algunos de ellos, tienes la sensación de que lo profesional es lo erróneo, en un mundo al revés en el que he llegado a recibir, por ejemplo, una oferta profesional -no del sector del vino- para poner a disposición de una firma todos mis contactos para vender en un determinado mercado sólo facilitando reuniones a éxito y teniendo fe ciega en lo que me dijeran. Eso sí, me decían que ellos corrían con el cargo de enviar muestras y trataban de colocarte a ti el muerto de que tienen graves problemas para llegar a un mercado determinado
Se pierden los principios por completo, como una oferta proclamada a los cuatro vientos en LinkedIn en la que, con el más que probable viejo truco de “un amigo necesita”, se abría un mercadillo persa en el que algunos candidatos se ofrecían o informaban de otros amigos susceptibles de asesorar de forma externa a una bodega en Marketing.
Y como dice el Presidente de la DO Valdepeñas y alcalde del pueblo del mismo nombre, Jesús Martín, “se empiezan perdiendo las formas y se acaban perdiendo los modos”, en un mundo en el que los consultores no responden tras un enfervorizado interés de un tarde, olvidado al día siguiente o perdiendo la dignidad de forma pública, en una red, LinkedIn, tan útil como impersonal en ocasiones. No obstante, creo que, poco a poco, acabará triunfando lo profesional y se irá tumbando lo chabacano y muchos mediocres saldrán de debajo de las sábanas.
José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.
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