Se avecinan curvas

¿Cuáles son las verdaderas curvas que se avecinan en los restaurantes?. Revolución en la sala, revolución en la sala, revolución en la sala…Resuenan esas palabras en mi cabeza como un himno, caduco y marchito sin significado.

Después del boom de la alta cocina, de los cheffffsssss (juro que sin acritud), de darle un glamur correspondido a un oficio que necesita de mucha dedicación y sacrificio, comenzó a resonar esta oración recitada por los mejores guías espirituales de la hostelería.

La liturgia del servicio en la sala es esa preparación minuciosa del espacio del restaurante donde, en diferentes actos, como si habláramos de una obra teatral, ocurren en introducción, desarrollo y desenlace una serie de acontecimientos que se centran única y exclusivamente, a ojos de la mayoría, en la mano del chef y su brigada.

Ese escenario es una simple plataforma donde mostrar su trabajo y no importa las manos que intervengan en el camino, pero no, el restaurante y la experiencia es un conjunto.

Grito basta, basta a mí misma que me voy del tema, basta a pelear, basta a buscar méritos sobre el resultado, cuando es lógico que en un restaurante se trabaja en equipo y se rema en el mismo sentido, porque el uno no vive sin el otro y el otro sin el uno, pero lo que quiero decir sobre todo es BASTA a que esa revolución de la sala sea buscar protagonismo de unos sobre otros, he aquí la realidad de la verdadera Revolución:

 Curvas:

La mujer ha tenido un papel secundario en la hostelería durante mucho tiempo y puedo decir que ha tenido porque por fin hay un cambio visible.

Tengo el enorme orgullo de trabajar en una de las plantillas de sumilleres donde la presencia femenina es muy superior a la media, no solo en los vinos, ya que en los puestos de mayor responsabilidad la presencia de mujeres es muy alta, pero no siempre ha sido así.

Mi día a día se desarrolla al lado de figuras fuertes, luchadoras cuando menos, y sobre todo gentes que han sabido estar más que presentes sin que su género realmente supusiera una característica definitoria.

Ojalá en un futuro hablar de este tema suene tan ridículo como ahora mismo me lo parece a mí, pero a día de hoy veo necesario hacerlo.

Con orgullo hoy puedo mirar en los grandes restaurantes de este país y del mundo y ver ejemplos de grandes mujeres desempeñando puestos de peso en la hostelería.

Son curvas que dejan huella para que las nuevas generaciones no sientan, en un futuro cercano, que realmente hubo desigualdad.

Esa es la auténtica revolución de la sala y de la cocina.

Un brindis por esos restaurantes que funcionan como uno, entre sala y cocina, entre mujeres y hombres, entre personas.

Rocio Yagüe

Sumiller