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Cuando el chovinismo se convierte en terrorismo

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No es la primera vez que el autodenominado Comité Regional de Acción Vitícola (CRAV), un grupo filoterrorista francés, ataca al vino español pisoteando la libre circulación de productos y mercancías establecido por la Unión Europea.

Para este grupo de descerebrados, de la misma calaña que los "valientes" que vuelcan camiones de frutas y verduras ante la pasividad de las autoridades francesas y la pusilanimidad de los Gobiernos español y comunitario, lo importante son ellos, ellos y ellos, en un claro ejemplo de chovinismo que lleva camino de convertirse en terrorismo puro y duro.

El ataque de un comando del CRAV a la empresa Biron en Sète, que terminó con el derramamiento de 50.000 litros de vino español, es un acto bochornoso que no ha tenido una respuesta contundente por parte del Gobierno español ni comunitario y que ha llevado al Ejecutivo francés a mirar para otro lado.

Las empresas agroalimentarias españolas también están sufriendo la competencia en sectores como el lácteo, el cerealista o el de grasas con hundimiento de precios por la invasión de productos franceses y la reacción de los agricultores y ganaderos españoles, que están hasta los mismísimos de estos ataques impunes, ha sido hasta ahora, con alguna excepción esporádica del pasado, ejemplar.

La presión francesa ha llevado a las organizaciones agrarias españolas en el pasado a propiciar boicoteos contra los productos franceses  con aquel eslogan de “No al tres, que es francés”, en alusión al número por el que comienza el código de barras de las mercancías galas. Pero esas iniciativas, que en algunos casos han terminado con ataques simbólicos a hipermercados y supermercados de capital francés, son censurables y no aportan nada a un panorama enrarecido que deben solucionar las autoridades comunitarias, en primer término, con sanciones ejemplares hacia el Estado francés que hace poco o nada por evitarlas. Y debe servir también para tirar de las orejas a un Ejecutivo español que no es lo suficientemente contundente en sus protestas.

Francia es el primer proveedor a España de productos agrarios con casi un 21% de las compras frente a poco más de un 19% que exportamos al país vecino. Desde allí llegan, según datos de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), el 64% de las patatas, el 57% de la grasas y aceites, el 56% de la cebada, el 37% del azúcar, el 33% del trigo, el 24% del maíz y el 23% de las manzanas ¿Se imaginan ustedes que los agricultores españoles comenzaran a volcar camiones de todas estas mercancías con la aquiescencia de las autoridades nacionales? ¿Se imaginan ustedes que las organizaciones agrarias rodearan durante un mes las grandes superficies de capital francés para disuadir a los clientes de que compren allí? ¿Se imaginan ustedes un camión de los mejores champanes franceses volcado y sus productos derramados por el suelo para reivindicar la calidad de nuestros cavas y espumosos frente a ellos? Nada de esto es deseable y en manos de todos está el evitarlo, máxime cuando las acciones son llevadas a cabo por un grupo como el CRAV que ha llegado a colocar un artefacto explosivo en una sede del Partido Socialista Francés, gracias al cobarde anonimato de un grupo de activistas de padre desconocido.

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