Concurso Mundial de Bruselas, un ejemplo a seguir por su seriedad
La inmensa mayoría de los Concursos Nacionales e Internacionales de Vino son serios y honestos a la hora de otorgar sus medallas, establecidas en general en el 30% de las muestras presentadas, un porcentaje que aún se estima elevado si lo que se pretende es exaltar las cualidades de los mejores.
Y para ello no basta con realizar una cata a ciegas, la mayoría de los certámenes lo hacen, sino que debe hacerse un seguimiento post concurso de los ganadores, algo que solo lleva a cabo entre las grandes competiciones el Concurso Mundial de Bruselas.
No es inusual entre algunas de las grandes fábricas de vino que elaboran millones y millones de litros, en las pequeñas bodegas también se produce el fraude aunque con un menor calado, preparar muestras especiales para los concursos que luego se parecen mucho, poco o nada al producto que sale al mercado, eso sí, con la vitola en no pocas ocasiones de una gran medalla de oro o de medalla de oro.
¿Y qué hace diferente el Concurso de Bruselas frente a los demás? Algo muy importante. Un exhaustivo control de muestras desde su recepción hasta después del evento. Así, cuando las botellas llegan a los centros de recepción de Italia, Francia, Francia, España o Bélgica, las botellas son analizadas y fotografiadas para impedir que, por ejemplo, concursen un champán argentino, un oporto de Australia o un jerez sudafricano.
Pero, además, los vinos galardonados con una medalla pasan una prueba tras el Concurso. La Organización adquiere entre 25 y 30 botellas que se envían a un laboratorio con certificación Cofrac. Un grupo de enólogos realiza una cata organoléptica para ver si sus parámetros se corresponden con la muestra galardonada. Si no hay ninguna duda, todo queda ahí. Pero si existiera, se realiza un nuevo análisis con criterios como azúcar residual, contenido en alcohol, acidez volátil y SO2. Si este análisis determina que no es el mismo vino, se notifica al distribuidor y al productor que las botellas deben retirarse de las tiendas y no se le otorgan en ningún caso las medallas adhesivas del galardón. Si sucede esto, la empresa no podrá participar en el Concurso durante los próximos cinco años.
El Concurso Mundial de Bruselas tiene la norma del 30% de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) como objetivo máximo, pero salvo que sea un año de calidad excepcional, procura no pasar del 27%. En unos momentos en que los concursos están en entredicho, Bruselas, que en la próxima edición viaja a Pekín, se erige en uno de los eventos mundiales del vino más prestigiosos. Y esperemos y deseemos que sea por muchos años.
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José Luis Murcia
Periodista. Presidente de AEPEV-FIJEV.
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Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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