Champán, cava, espumoso…
Nos acercamos a las fiestas navideñas, donde se dispara el consumo de estas bebidas burbujeantes, que presiden la mayoría de las mesas y son protagonistas de los brindis con los mejores deseos en todas las reuniones, familiares, de trabajo, amigos, o lo que sea. La denominación es una cosa que me ha llamado siempre la atención y por eso quiero hacer este artículo.
El abanico de estas bebidas que tenemos es amplio: champán, cava, cada vez más el prosecco, y otros vinos espumosos.
No quiero, ni debo, meterme en las diferentes calidades que pueda haber ya que dentro de cada una la calidad varía, al igual que los precios. Sí apuesto, es lógico, por que se beba cualquier tipo, cualquier denominación, que sea española. En este caso el champan y el prosecco quedarían fuera. Este último, elaborado en Italia, ha sido la apuesta de varias empresas españolas por estar de moda y hacerse más fácilmente, más rápido y con menos costes.
Vamos a las denominaciones, y no me refiero a las DD.OO., sino al nombre que se le da. Supongo que les habrá pasado que, a todo, sea lo que sea, hay quien lo llama champán, “vamos a tomar champán”, “vamos a brindar con champán”, cuando realmente tienen un cava o un espumoso en la copa, sobre todo entre la gente de más edad y según zonas, se le llama champán y punto. Cosa que hay que intentar corregir.
El cava es cava, se le denomina así y sea de Cataluña o de las diversas zonas donde se puede etiquetar bajo la denominación de origen Cava, es cava, sin más. También es cierto que, por igual deformación se le llama cava especialmente a lo elaborado en Cataluña, el consumidor lo asocia de esta manera, cuando realmente hay cava también en Aragón, Rioja, Valencia y Extremadura, zonas acogidas a esta denominación de origen de ámbito territorial supraautonómico.
El prosecco se está introduciendo, pero aún no goza de una denominación popular propia generalizada, se dice poco “vamos a tomar prosecco” y se le suele asociar a vino espumoso, sin que falte quien le vuelva a llamar champán o cava, englobando todo en la misma bolsa…
He dejado para lo último, a propósito, el vino espumoso, ya que creo que es lo que lleva a más confusiones. Todo es vino espumoso, si lo tomamos estrictamente así, ya que todo tiene espuma, burbujas, carbónico, la diferencia está en el método de elaboración que lleva cada uno. Pero ¿de verdad el consumidor normal, la persona que va al hipermercado a por ese vino para brindar se para a leer si el vino está elaborado por el método tradicional, lleva carbónico añadido o es Cuvée, o lo que sea? ¿O mira el precio y se está llevando una cosa creyendo que es otra?
Es cierto que todos los mencionados en este artículo son vino, y todos espumosos, y que quizá falte algo de cultura vitivinícola para distinguir lo que es cada cosa, pero no le podemos exigir tanto al consumidor. Aunque en la etiqueta debe de ir diferenciado, (no siempre lo está) y esto legalmente es suficiente para informar al consumidor, creo que debería haber más distinción. ¿Cómo? No lo sé, pero debería haberla, así lo creo yo. No basta con que al abrir esa botella en el corcho veamos una estrella de cuatro puntas, un círculo, rectángulo o triangulo, que lo distingue también y que la inmensa mayoría de quien lo consume ni lo mira, y si lo mira no sabe lo que significa ese símbolo.
Creo por tanto que el vino espumoso, aunque se embotella y pone todo legalmente y con suficiente información para el consumidor, debería diferenciarse de alguna manera más clara, más nítida de cara al consumidor, que sabe perfectamente lo que es champán, lo que es cava, pero quizá no tanto cuando se mete en el mundo de los espumosos, así denominados.
De todas formas, con cava o espumoso en cualquiera de sus categorías, siempre de España, brindaré por todos ustedes y sus familias, y por el sector del vino para que el próximo año les sea venturoso a todos ustedes. ¡¡Salud!!
También te puede interesar
Suscribirse
Reciba nuestras noticias en su email