Altos de Moriles: Vinos y albarizas
Aunque el nombre de Moriles vaya detrás en el nombre de la Denominación de Origen no es porque sea el hermano pequeño. O sí. Pero si lo es, tiene una personalidad bien definida, un estilo y hasta un paisaje que lo distingue de su hermana mayor Montilla, que igual va delante por aquello del orden alfabético.
Sea como fuere, Moriles es Moriles, comparte con su hermana la filosofía de elaboración de grandes vinos con la uva pedro ximénez como protagonista y presume de tierras albarizas que encierran varios misterios, entre ellos el verdadero origen de la variedad estrella, en torno a la cual giran los grandes vinos de la denominación, que algunos autores, como González Gordón en 1948, atribuyen a las tierras del Rhin donde aseguran está emparentada con la elbring o weisselbe.
Pues bien, Moriles, un pueblo tan atractivo y deseado como poco conocido en nuestro país, prepara con esmero la celebración de la VIII Edición de la entrega de Premios a los Mejores Vinos y Espirituosos de España 2016, que cada año organiza de forma itinerante la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV), que me honro en presidir.
Sea como fuere, esta variedad, de la que apenas quedan en España 8.500 hectáreas, 5.200 de ellas en el área de Montilla-Moriles, es capaz de ofrecer vinos como el Don PX 1986 GR, de bodegas Toro Albalá, elegido Mejor Vino de España 2016 por la AEPEV. Este hecho ha supuesto un espaldarazo para una de las denominaciones de origen españolas tan interesantes como poco conocidas internacionalmente, ya que sus exportaciones apenas alcanzan al 11% de la producción total.
Pese a que la rentabilidad del olivar de producción intensiva le ha hecho retroceder de forma alarmante en los últimos años, más de 2.200 familias, muchas de ellas en régimen de minifundio, cultivan la vid en los 18 municipios cordobeses que abarca, entre ellas las 300 hectáreas con que cuenta Moriles, y de ellas dependen de manera directa alrededor de un centenar de empresas, diez en el pequeño municipio de Moriles.
Como la mayoría de los parajes vinícolas del mundo con personalidad propia, Moriles tiene también unas peculiaridades que le permiten producir un vino único e irrepetible en unos suelos de carbonato cálcico y gran ondulación, que no serían aptos para otro cultivo que no fuese el olivar, elevadísimas temperaturas que en verano se apalancan durante el día en torno a los 40 grados y al sempiterno canto de las chicharras, ausencia continuada de precipitaciones y un profundo olor a jara.
La producción anual de vino en Montilla-Moriles es anecdótica, ya que suma alrededor de 21 millones de litros calificados, con grandes oscilaciones, en línea con las subidas y bajadas de la producción nacional en ambos casos. La demanda internacional de los vinos de esta denominación cordobesa, que se sitúa en poco más de 1,6 millones de litros, se concentra sobre todo en Holanda, con medio millón de litros, seguida de Reino Unido con 375.000 litros y República Checa con algo más de 270.000 litros.
La zona de los Altos de Moriles, en la que se ubica Toro Albalá, con bodega en Aguilar de la Frontera y vinagrería en Moriles, ofrece también algunos finos tan elegantes y originales como asequibles. Entre ellos destaca el Abango fino en rama, uno de los escasos turbios de nivel con tonos de panadería, manzana madura y buena acidez. Aconsejable también Lagar de Casablanca, un fino con aromas a manzana verde, frutos secos, piel del limón y tostados o el Fino Cebolla, de Lagar el Monte, tan punzante como elegante. Interesante el PX de Doblas Martos o su tinto joven Trece Lagares. Y es que Moriles es mucho más que el hermano pequeño.
Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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