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A vueltas con el cambio climático

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Miguel Agustín Torres, que es un empresario práctico, emprendedor y con visión de futuro, tiene claro que las inversiones de sus empresas en la lucha contra el cambio climático no solo están justificadas, sino que son absolutamente necesarias.

Por todo ello, y no es nada nuevo, dedica desde hace varios años una importante parte de sus beneficios a la compra de vehículos eléctricos, a la instalación de plantas generadoras de energía, a la adquisición de viñedos en áreas más cercanas al Pirineo y a las prácticas agronómicas menos agresivas y más volcadas a las prácticas respetuosas con el medio ambiente.

La mayor parte de la comunidad científica, con la excepción del primo andaluz de Mariano Rajoy y alguno más, ratifica que el cambio climático no se sustenta solo con la percepción de que ahora estemos atravesando un periodo de sequía en buena parte de España o de que cada vez sea más fácil cultivar viñedos en países más septentrionales como Dinamarca o Finlandia. Los expertos en cambio climático cifran sus vaticinios, no excesivamente optimistas, en la subida de la temperatura media en los últimos 50 años, en la desglaciación de los polos, en la subida de mares y océanos… y ahí sí existen datos incontestables.

No lo son, evidentemente, el que ahora atravesemos un periodo de sequía pertinaz, ya que en los años 90 se vivieron cinco años seguidos en esa situación, que luego se revirtió cuando comenzó a llover de forma normalizada. Algo parecido ocurrió tras la final de la cruel guerra civil española en la que se conjuraron los malos farios con ocho años de ausencia de cosechas y falta de lluvias y donde la falta de escrúpulos enriqueció a unos cuantos.

Tampoco es nada nuevo que el viñedo regrese a Inglaterra o a zonas más altas, ya que, en la época romana, su cultivo era frecuente en la patria de la Reina Elisabeth. Ni siquiera la sequía, pues algunos autores romanos hablan de un periodo superior a los 30 años de escasez de agua y cosechas en el centro de España.

Sin embargo, sí es momento de tomarse en serio el cambio climático y su repercusión en el viñedo porque hay importantes áreas españolas, especialmente en Castilla-La Mancha, donde la vid es el árbol más numeroso y la principal fuente de lucha contra el CO2. Ese dato, solo ese dato, justifica que las autoridades pongan en marcha un plan de claro apoyo al viñedo.

Y este totum revolutum se ve además alentado por las cruzadas antialcohol que proceden de instancias comunitarias y de las OMS y que sitúan el vino a la par de las drogas y de los alcoholes de alta graduación. Obligar a recortes en la producción, de una u otra forma, a áreas cuya economía depende del vino (La Mancha, La Rioja, Jerez, Montilla-Moriles, Ribera del Guadiana…) solo puede ir en perjuicio de la economía, el empleo y el medio ambiente. Y eso sí que mata. Mucho más que el alcohol.

 

José Luis Murcia

 
José Luis Murcia
Periodista. Presidente de AEPEV-FIJEV.

 

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