La singularidad de los vinos de la Subsierra riojana

Un grupo de nueve bodegas de la Subsierra riojana, ubicados en la margen izquierda del río Ebro y pertenecientes a Rioja Alavesa y Rioja Alta, han unido sus fuerzas para mantener el compromiso con el territorio, la solidaridad entre sus miembros, el cultivo ecológico de la viña y la fijación de población.
Son bodegas familiares que abarcan un total de 337 hectáreas, 79 referencias de vino y enclavadas en seis términos municipales de las Comunidades Autónomas de la Rioja y el País Vasco con el compromiso de defensa del viñedo viejo, recuperación de variedades, protección del paisaje y máxima expresión en sus vinos de las características del terruño.
Bodegas Artuke data de 1991, con el objetivo actual, y es el resultado del trabajo de la familia De Miguel Blanco en Baños de Ebro (Álava), durante cinco generaciones. Cuenta con 38 hectáreas, divididas en 87 parcelas, en los términos municipales de Samaniego, San Vicente de la Sonsierra y Ábalos, además del pueblo que acoge la bodega.
Posee, además del tempranillo tradicional, siete hectáreas de graciano y 2,50 hectáreas de viura, entre los 420 y los 720 metros sobre el nivel del mar y viñas con edades que llegan hasta los 110 años y un amor sin límites para convertir en un tesoro las escasas cepas que dan vida a su vino “La Condenada”, cuya edad oscila entre los 80 y los 105 años.
Bodegas Tierra es la tercera generación de pasión por el vino y nace en 1998 cuando Fidel Fernández deja de pertenecer a la cooperativa de Labastida y él, en primer lugar, y sus hijos Fidel y Carlos, ahora, agarran el timón de una bodega tradicional con elaboraciones vanguardistas.
Sus 35 hectáreas con edades entre los 24 y los 114 años abrazan los 15 vinos que conforman una media de 160.000 botellas anuales con la uva tempranillo como cabecera, pero también garnacha y graciano, además de garnacha blanca, malvasía, viura, palomino o moscatel. Depósitos de hormigón, y hasta de mármol, tinas, barricas de diversos calibres y pequeños depósitos conforman un taller de experimentación con resultados asombrosos.
Carlos Sánchez es un trotamundos, un culo inquieto que lo mismo asesora en Guetaria que en Albacete y que, por supuesto, es capaz de hacer la revolución con apenas cuatro hectáreas divididas en ocho parcelas con viura, tempranillo, garnacha y graciano.
Sus vinos, de escasa tirada y mirada muy amplia, son bella expresión de los terruños alaveses y riojanos de Labastida y San Vicente de la Sonsierra. Sus vinos parcelarios La Bendecida o Buradón Las Plegarias son un canto a la elegancia, igual que el proyecto Cien Reales, nombre que ahora comparte con su tocayo Carlos Fernández, de Tierra.
Área Pequeña Viticultores es el proyecto más joven (aún no cuentan con bodega propia, que encabezan los jóvenes hermanos Joseba, exjugador babazorro de fútbol, y su hermano Koldo que trabajan una parcela centenaria de 1920 plantada en Labastida, al abrigo de la Sierra del Toloño; además de una parcela de blanco muy vieja y mayoritariamente de viura.
Estos dos jóvenes sobradamente preparados luchan para que el mañana sea el hoy y su pasión vitivinícola se haga realidad para cerrar el círculo y poder seguir disfrutando de las tierras alavesas.
Son cuatro bodegas de este grupo de nuevo que nos hemos propuesto contar de la forma más concisa y acertada posible para intentar acercar a nuestros lectores la pasión de una de las tierras vitivinícolas con mayor raigambre y calidad de España. El resto, la próxima semana.

Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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