La icónica vinoteca Sherry-Lehmann cierra por problemas legales

Según fuentes del New York Times, la Oficina Federal de Investigaciones tiene en el punto de mira a la icónica vinoteca Sherry-Lehmann Wine & Spirits de Park Avenue. La tienda, fundada en 1934, tras el fin de la Prohibición, y que vio pasar por sus puertas a la élite de la ciudad, ha cerrado por no poder renovar la licencia de venta de alcohol. Aunque sus problemas no terminan aquí. La no entrega de mercancía de prepago a sus clientes, y sus deudas con hacienda, agravan la situación.

La policía ha cerrado sus puertas, ya que su licencia para la venta de licores expiró el pasado 28 de febrero. Vender alcohol sin licencia es un delito penal en EE. UU.

Por otro lado, también está siendo objeto de una investigación criminal por parte del Departamento de Justicia y se enfrenta a múltiples demandas de clientes, por una presunta falta de entrega de vino prepago. Según información publicada en The Post, la compañía echa la culpa de sus problemas a la pandemia. Pero sus problemas comenzaron antes, en 2019, según una demanda conjunta de antiguos clientes,  que reclaman un millón de dólares en vinos, que se suponía que se entregarían en ese año.

Los propietarios de Sherry-Lehmann establecieron un negocio paralelo, que alquilaba a los clientes espacio de almacenamiento para los vinos caros que compraban. The Times informó que los empleados creen que Sherry-Lehmann vendió las botellas almacenadas de los clientes, a terceros. Los propietarios lo niegan. También niegan tener un tiempo límite establecido, para cumplir con sus contratos de futuras ventas de vino.

Aunque aquí no queda el problema. También le debe a Nueva York casi tres millones de dólares en impuestos, lo que la convierte en la decimotercera empresa deudora más grande del estado, según comenta el Departamento de Impuestos y Finanzas.

Durante mucho tiempo, Sherry-Lehmann fue considerada la guardiana del mercado estadounidense para marcas de vino de todo el mundo. Sus fundadores, los hermanos Jack y Sam Aaron, cambiaron lo que bebían los neoyorquinos, presentándoles etiquetas como Dom Perignon y Chateau Petrus de Burdeos. La tienda se convirtió en el destino de compra de vinos para la élite de la ciudad, después de la Segunda Guerra Mundial. Sus clientes fueron desde Greta Garbo a Harrison Ford, pasando por Mick Jagger. Durante las fiestas, las mejores marcas de vino competían por un lugar en sus escaparates y en su catálogo.

En 1978, Andy Warhol pasó por la tienda para firmar botellas de Chateau Mouton Rothschild de 1975, que llevan su obra de arte en la etiqueta. Los empleados de ventas cubrieron la firma con una envoltura, lo que aumentó su valor en la tienda.

María Giménez

Directora de La Gaceta del Vino