Milei aplica su desregulación al sector vitivinícola argentino
El Gobierno de Javier Milei ha derogado 973 normas que regulaban la industria del vino en Argentina, en una medida radical que busca liberar al sector de su compleja carga burocrática. A través de la Resolución 37/2025, se elimina un entramado de más de 1.200 disposiciones, con el objetivo declarado de reducir costos, agilizar procesos y ganar competitividad en el mercado internacional, donde el país exporta cerca de 800 millones de dólares anuales.
Los cambios transforman profundamente el rol del Estado. El Instituto Nacional de Vitivinicultura dejará de intervenir en las etapas de viñedo, cosecha o elaboración para centrarse únicamente en el control del producto final embotellado. Desaparecen trámites obligatorios como la declaración jurada semanal de elaboración y los más de 140.000 permisos de tránsito anuales, y certificaciones como las de origen o variedad pasan a ser herramientas optativas para fines comerciales.
La medida ha generado un intenso debate. El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, defiende que «menos burocracia son menos oportunidades para la corrupción» y que la flexibilidad es vital para el crecimiento. Sin embargo, críticos dentro del sector temen que la desaparición de los controles de proceso pueda diluir la trazabilidad y la garantía de calidad, poniendo en riesgo la reputación del vino argentino.
Este enfoque contrasta marcadamente con el modelo europeo, particularmente el español. En España, el sistema se articula alrededor de las Denominaciones de Origen, y se estima que el sector opera bajo entre 500 y 700 normas específicas que regulan y protegen detalladamente el origen, las variedades y los métodos de elaboración, priorizando la garantía de calidad y procedencia sobre la agilidad administrativa.
El futuro dirá si esta apuesta por la libertad absoluta da como resultado un sector más innovador y competitivo o si, por el contrario, conlleva una pérdida de identidad y un riesgo para los estándares. La reforma convierte al viñedo argentino en un campo de prueba global de los efectos de una desregulación extrema en una industria tradicionalmente basada en la regulación y la certificación.

Redacción La Gaceta del Vino
Suscribirse
Reciba nuestras noticias en su email