La isla de Fogo, en Cabo Verde, dedica ya más de 200 hectáreas al viñedo

Con más de 120 años de tradición en la elaboración vínica, la isla caboverdiana de Fogo se erige en una rara avis de la vitivinicultura mundial gracias a sus 200 hectáreas de viñedo pegadas al cráter del volcán de las Caldeiras de Cha.
Éstas permiten alumbrar casi 100.000 botellas de vinos blanco, tinto y rosado, además de un vino dulce de uva pasificada, un espumoso y algún destilado exótico.
El vino blanco está elaborado con uvas moscatel de un clon europeo ya desaparecido en el viejo continente y que ofrece un vino de excelente calidad aunque, en algunas añadas, peque de algo de calidez. Todo lo contrario que el tinto o el rosado que parten de la variedad preta tradicional (tinta tradicional) originaria de Setúbal.
Pero es que, además de la bodega Cha, gestionada por el enólogo italiano Franz Egger, hay otras como Vinha María Chaves o Sodade que ponen también en el mercado vinos de calidad, además de productores independientes que dedican su esfuerzo a la elaboración de vinos locales a granel para los habitantes de la isla.
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