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La singularidad de los vinos de la Subsierra riojana (2)

Tras la presentación la semana pasada de cuatro de las nueve empresas que componen la asociación de Bodegas de la Subsierra riojana, ubicadas en la margen izquierda del río Ebro y pertenecientes a Rioja Alavesa y Rioja Alta, nos corresponde escribir del resto de bodegas que han unido sus fuerzas para mantener el compromiso con el territorio, la solidaridad entre sus miembros, el cultivo ecológico de la viña y la fijación de población.

Bodegas Loli Casado se encuentra en La Puebla de Labarca, y junto a Jesús, su marido, adquirió hace años el compromiso de defensa del viñedo viejo, protección del paisaje y máxima expresión en sus vinos desde que su padre iniciara la aventura en 1982, aunque fue su abuelo en la década de 1920 quien comenzó la andadura vitícola con la puesta en marcha de sus primeros viñedos.

Son 20 hectáreas de viñedo propio ubicadas entre La Puebla y Laguardia, a una altitud entre 450 y 530 metros con cinco viñedos divididos en 52 parcelas plantadas entre 1920 y 1990 con variedades como tempranillo, graciano, mazuelo, garnacha y viura; un conjunto que ofrece maravillosos recorridos enoturísticos en un paisaje de ensueño.

Entre sus vinos destaca la marca Loli Casado con vinos elaborados con una selección de cepas plantadas en 1945 en los parajes La Cancilla, Los Tapiales y El Abrigado; los parcelarios Polus con elaboraciones monovarietales y Jaun de Alzate, marca de tradición familiar desde 1982.

Teodoro Ruiz Monje es una bodega ubicada en la localidad riojana de San Vicente de la Sonsierra, con cuatro generaciones detrás, que elaboran vino desde 1870 con la tradición de la maceración carbónica, capítulo presente en todos sus vinos.

Su bodega es un canto a la tradición en sus 8,50 hectáreas de viñedo con cepas que tienen entre 35y 154 años, con una partida de la variedad torrontés, identificada entre las viñas más viejas y legendarias.

Bodegas Amaren es el sueño hecho realidad de Juan Luis Cañas, cabeza visible también de Luis Cañas, en homenaje a su madre, Ángeles Herrera. Son 113 hectáreas de viñedo distribuidas en 254 parcelas, la mayor parte ubicadas en Samaniego, con una edad media del viñedo de 57 años, que en algún caso llegan a los 120 años.

Amaren, con certificación ecológica, participa en un proyecto de recuperación varietal en la que han sido identificadas más de 40 variedades minoritarias como benedicto, antecesora del tempranillo, verdejo, bobal, rojal, xarel.lo o tinto velasco.

Amaren pone en valor no solo la recuperación de la bodega, instalada sobre una antigua cooperativa, sino la elaboración de vinos parcelarios con una marca estrella como El Regollar, de viñas centenarias, uno de los baluartes de la casa donde tienen especial protagonismo garnacha, graciano, tempranillo y rojal.

Bodegas Ostatu se encuentra en Samaniego y es un claro referente de Rioja Alavesa con unos apellidos que hunden sus raíces en el vino hasta el siglo XVI, aunque fue en los años 70 cuando Doroteo Saénz de Samaniego, padre de los actuales gestores de la bodega Mariasun, Íñigo y Gonzalo, exconsejero de Agricultura del Gobierno Vasco entre 2002 y 2009, puso en marcha esta aventura.

Ostatu trabaja con un profundo respeto a la tierra con la búsqueda de una excelencia que, parafraseando al gran Josep Pla cuando decía que la gastronomía es el paisaje en el plato, cumple la máxima de que el vino es el paisaje en la botella.

La empresa trabaja con 75 hectáreas de viñedo, 35 en propiedad y otras 40 de familiares directos, y cumple las máximas de amor al terruño con grandes elaboraciones como los blancos Loren 2022, con una viura que data de 1957 o el Ostatu Gran Reserva 2019 con un 85% de viura de viñedo viejo.

Tentenublo, finalmente, es el trabajo incansable de un viticultor pegado a la tierra que hace posible el milagro del vino gracias a sus 16 hectáreas de viñedo, divididas en 42 parcelas, y una bodeguita situada en Viñaspre. Son cepas cuya edad oscila entre los tres y los cien años y que ofrecen vinos limpios, elegantes, amplios y reflejo del paisaje del que proceden.

Xérico y Tentenublo representan la mejor tradición de la vitivinicultura riojana; mientras otros vinos como El Escondite de Ardacho o El Abundillano se presentan como vinos de vanguardia sin renunciar a su maravilloso origen de la vitivinicultura tradicional de Rioja Alavesa.

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