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La revolución agrovoltaica llega al viñedo español

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Mientras el sector vitivinícola busca respuestas a los veranos más extremos y las sequías recurrentes, una solución innovadora  (y visualmente striking) comienza a tomar forma en los campos españoles. El Grupo Operativo SOLARWINE ha puesto en marcha dos plantas piloto que exploran la agrovoltaica como una vía para una viticultura no solo más sostenible, sino también más resiliente.

El concepto es tan simple como complejo de ejecutar: Instalar paneles solares elevados sobre los viñedos para generar energía renovable mientras, a la vez, se protege a la vid del estrés térmico. Con más de 1.900 m² de superficie experimental distribuidos entre un viñedo ecológico de Familia Torres en el Penedès y una parcela de Bobal en Albacete, el proyecto busca datos concretos que validen una hipótesis seductora: que el sombreado controlado puede ser un aliado clave contra el cambio climático.

El principal atractivo de la agrovoltaica es su promesa de sinergia. Por un lado, se genera electricidad limpia para la bodega o la red, reduciendo la huella de carbono. Por otro, se crea un microclima bajo los paneles que podría mitigar los golpes de calor, reducir la evapotranspiración y conservar la humedad del suelo. En teoría, es un círculo virtuoso perfecto.

Sin embargo, la puesta en práctica está llena de interrogantes técnicos. ¿Qué densidad de paneles es la óptima? ¿Cómo afecta el sombreado a la maduración de la uva y a la composición de sus azúcares y polifenoles, elementos cruciales para el carácter del vino? El proyecto SOLARWINE aborda estas cuestiones probando diferentes tipos de módulos (opacos y bifaciales semitransparentes) para cuantificar su impacto real. La viabilidad no solo es agronómica, sino también económica: la inversión en estas estructuras elevadas debe compensarse con el ahorro energético y, fundamentalmente, sin mermar la calidad de la cosecha.

La clave para despejar estas dudas reside en la densa red de sensores desplegada en ambas parcelas. Estos dispositivos monitorizan en tiempo real una batería de parámetros (temperatura del suelo y del aire, humedad, radiación sola), creando un flujo constante de información. Este «laboratorio al aire libre» es la herramienta para pasar de la especulación a la evidencia, determinando si la agrovoltaica puede ser una herramienta de viticultura de precisión o simplemente una costosa anécdota.

La apuesta es arriesgada, pero necesaria. En un contexto de transición energética y adaptación climática, la capacidad de producir energía in situ mientras se protege el cultivo representa una ventaja estratégica. Si los datos de estos pilotos demuestran que se puede generar energía sin comprometer el terruño, la imagen de viñedos bajo cubiertas solares podría dejar de ser experimental para convertirse en un paisaje común de la viticultura del futuro.

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