El terremoto del vino en Canadá: Cómo un arancel cambió la copa de los consumidores
Una decisión política ha sacudido los cimientos del mercado vitivinícola canadiense, transformando en apenas seis meses lo que parecía inamovible. La aplicación de un arancel del 25% al vino estadounidense, en respuesta a medidas comerciales de Washington, no solo ha hundido las importaciones desde el sur de la frontera, sino que ha activado una cadena de consecuencias que está reescribiendo el mapa global de suministros y los hábitos de consumo en el país.
Las cifras del primer semestre de 2025 pintan un panorama radicalmente distinto al de un año atrás. El vino estadounidense, otorga un pilar en las estanterías de licorerías y supermercados, ha visto cómo su presencia se evapora. Una caída del 65% en valor y del 42% en volumen ilustra un desplome sin precedentes, relegando a los caldos de California y Oregón a un papel secundario.
Este vacío ha sido rápidamente ocupado por potencias históricas y emergentes. Francia e Italia han reforzado su dominio en el segmento de alto valor, capturando a los consumidores más exigentes. Mientras, España ha consolidado su nicho como tercera fuerza en valor, con un crecimiento constante que refleja la apreciación por la diversidad de sus denominaciones.
Sin embargo, el protagonista inesperado ha sido Chile. Un crecimiento cercano al 50% en volumen exportado a Canadá sitúa al país andino como la alternativa por excelencia, ofreciendo una combinación ganadora de calidad, identidad y precio accesible. Argentina y Nueva Zelanda también han registrado avances significativos, completando un mapa de proveedores más diversificado y global que nunca.
Más allá del cambio de banderas en las botellas, se está produciendo una transformación estructural aún más profunda. El formato a granel, tradicionalmente asociado a vinos de menor precio, está viviendo un auténtico boom. Un incremento del 41% en valor y del 28% en volumen señala un cambio de estrategia en la industria canadiense.
Este fenómeno no se explica solo por la búsqueda de ahorro. Los importadores y enólogos locales están utilizando este vino a granel como materia prima para crear sus propias mezclas y marcas, ganando autonomía y flexibilidad. Es una tendencia que empodera a la industria local, permitiéndole adaptarse con agilidad a los nuevos contextos comerciales y a la volatilidad de los mercados.

Redacción La Gaceta del Vino
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