Después de la vendimia la vid aún tiene sed

El riego post-cosecha: la práctica silenciosa que define la próxima añada. Hay zonas donde la pluviométria de estos dos meses anteriores ha sido prácticamente O.
Con la vendimia finalizada y las uvas ya en bodega, el viñedo parece tomarse un respiro. Las hojas empiezan a amarillear, los días se acortan y el paisaje se transforma lentamente hacia el otoño. Sin embargo, mientras en la superficie todo parece calmarse, bajo el suelo la vid sigue trabajando intensamente.
En esta etapa, muchas veces se asume que el ciclo productivo ha terminado, y con ello se reduce o se suspende el riego. Pero nada más lejos de la realidad: el riego post-cosecha es una de las prácticas más decisivas para el éxito de la próxima campaña. En especial en regiones donde las lluvias tardan en llegar, regar después de la vendimia no es un gasto innecesario, sino una inversión en la salud y la productividad futura del viñedo.
La vid no está dormida todavía. Durante las semanas posteriores a la vendimia, las hojas continúan realizando fotosíntesis, lo que permite a la planta almacenar carbohidratos y nutrientes esenciales en sus raíces y madera. Estas reservas serán su fuente de energía para brotar con vigor en la próxima primavera.
Un riego adecuado durante este periodo contribuye a:
Recuperar la planta tras el esfuerzo de la producción, ayudando a reponer las reservas energéticas consumidas.
- Fortalecer el sistema radicular, favoreciendo el desarrollo de raíces más profundas y resistentes al estrés hídrico.
- Facilitar la absorción de nutrientes, esenciales para la formación de reservas antes de la dormancia.
- Proteger la vid frente al invierno, manteniendo una humedad del suelo que minimiza daños por frío o sequedad extrema.
En resumen, el riego post-cosecha asegura que la vid entre al reposo invernal fuerte y equilibrada, lista para reiniciar su ciclo con plenitud.
El desafío del viticultor: cuidar con recursos limitados
Tras la vendimia, los viticultores enfrentan una realidad compleja: los recursos (agua, mano de obra y presupuesto) suelen estar ajustados. Además, en muchas zonas vitícolas, las dotaciones hídricas se reducen y las precipitaciones son inciertas.
En este contexto, regar puede parecer una tarea secundaria o incluso prescindible. Sin embargo, descuidar el viñedo en este momento puede comprometer tanto el vigor vegetativo como la producción del próximo año.
Por eso, más que regar en exceso, se trata de regar con precisión, aplicando solo el agua necesaria para mantener la actividad biológica de la planta y la humedad del suelo en niveles adecuados.
Cuando las lluvias se retrasan y el otoño llega seco, el riego post-cosecha se convierte en una práctica clave para asegurar la calidad y el potencial del viñedo. Su función no es saturar el suelo, sino mantener viva la raíz, favorecer la acumulación de reservas y garantizar un arranque vigoroso la próxima primavera.
Cada gota aplicada en este momento es una inversión silenciosa, pero poderosa, que se reflejará en el equilibrio, la calidad y el rendimiento de la próxima cosecha. Regar ahora es cuidar la próxima cosecha.

Redacción La Gaceta del Vino
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