El mercado interior también existe

La reflexión viene a cuento del éxito de público que el pasado sábado se acercó hasta el Círculo de Bellas Artes en Madrid para vivir un día de asueto en el que conjugar música independiente y consumo de vino y derivados de la uva. Y es que pocos fue
La realidad del mercado nacional es dura para el vino. Desde hace más de 30 años las comidas fuera del hogar han desplazado el vino de las mesas y este hace mucho que dejó de ser una bebida de jóvenes. Un estudio del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), que con tanto acierto dirige Rafael del Rey, cifraba en un 8% el número de menores de 30 años que consumen vino al menos una vez por semana. Si a esto le unimos las absurdas políticas antialcohol impulsadas desde la UE y apoyadas, por acción u omisión, por los Gobiernos de turno nos queda un panorama un poco desolador.
Con este escenario, la campaña de Quien sabe beber, sabe vivir, impulsada por la Federación Española del Vino y la Conferencia de Consejos Reguladores de Denominaciones de Origen es un pasito adelante, pero insuficiente. Los que beben vino hoy tienen fecha de caducidad cercana en muchos casos y los jóvenes siguen sin llegar. Y, desgraciadamente, poco se hace para que lleguen.
¿Cómo es posible que Budapest cuente desde hace años con un festival de música y vino que dura una semana y donde asisten cientos de miles de jóvenes? ¿Es la capital húngara más importante en el sector que España, tercer productor mundial y segundo exportador en volumen? Pues no. Simplemente, bodegueros y consumidores han sabido tocar la tecla oportuna y han elevado el vino a la categoría de bebida que, consumida con moderación, supone un estímulo cultural, social y sensual para los jóvenes.
El Círculo de Bellas Artes fue el pasado sábado un ejemplo de moderación, de elegancia, de saber estar, de sana diversión…Un ambiente en el que se superponían las magníficas actuaciones musicales de Luis Ramiro, Templeton, Layabouts, Alondra Bentley, McEnroe e Hidrogenesse con catas comentadas de vinos, cavas y combinados con las consumiciones de vinos y comida en los lugares dispuestos para ello.
Y todo fue posible gracias al empeño, primero de los organizadores, pero también de las marcas Berberana, Freixenet, Solaz y Alma de Magno, así como de Rosados de Navarra, que supieron atraer a cientos de jóvenes a una jornada, que comenzó a la una de la tarde y terminó a la una de la madrugada, de vino y música.
El Enofestival no es probablemente la panacea, pero sí es el comienzo de una nueva forma de hacer más asequible el vino a los jóvenes mediante uno de los mundos que les resultan más atractivos: la música. Si se hace camino al andar, la senda está marcada. Ahora es necesario que los que venden la sigan.

Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
Suscribirse
Reciba nuestras noticias en su email