Hacia la consolidación de ventas de más de 3.000 millones de euros
Los datos de exportación de vino español a 30 de junio de 2018 indican en el interanual que, por vez primera, se han sobrepasado los 3.000 millones de euros de facturación, concretamente en 43 millones de euros, con un incremento superior al 11%, mientras el volumen, en un año de escasísima cosecha, apenas ha subido algo más del 1,5% hasta los 22,18 millones de hectolitros.
Estas cifras ofrecen un precio medio de 1,37 euros el litro, ya que el peso en las ventas de los vinos más económicos continúa siendo muy importante.
Decía en estas mismas páginas, con excelente criterio, Javier Sánchez-Migallón, que no es bueno engañarse, ya que buena parte del engorde de los precios está ligada a la baja cosecha mundial de la pasada campaña, algo que se ha superado con creces en esta. Y aseguraba que la competencia va a ser feroz, especialmente con Italia, pero también con países terceros como Argentina. Cierto es que ese temor aún no se había puesto de manifiesto a finales de septiembre, pero es lógico que según vayan saliendo los vinos de la nueva campaña, será muy difícil mantener el nivel de precios.
¿Y qué debe hacerse en estos casos? Pues los mercados son como son y en la alternancia de cosechas cortas y largas se van a dar inevitablemente los dientes de sierra, aunque el objetivo es mitigar las caídas bruscas. La gran asignatura pendiente de esta campaña es ver si el sector del vino español es capaz de continuar diversificando la oferta en los diferentes segmentos que lo componen y, a la par, si es capaz de abrirse la puerta de nuevos mercados que no permitan la negociación a la baja de destinos tradicionales como Francia, Alemania, Italia o Portugal.
La gran asignatura pendiente de esta campaña es ver si el sector del vino español es capaz de continuar diversificando la oferta en los diferentes segmentos que lo componen y, a la par, si es capaz de abrirse a nuevos mercados que no permitan la negociación a la baja.
En estos momentos, existen mercados en los que el vino español no alcanza el 10% del total de sus importaciones y ahí está, precisamente, uno de los caballos de batalla más importantes de este asunto. Se trata nada más y nada menos que de Estados Unidos, mayor consumidor de vino del mundo con casi 600 millones de litros de ventaja sobre Francia; Canadá, uno de los mercados más atractivos y con mayor futuro del mundo; Reino Unido, otro de los grandes, y Holanda, que aún cuenta con enorme dependencia de las compras en Sudáfrica o Australia. China, que es ya el quinto comprador mundial en volumen y tercero en valor, tiene bastante que decir, máxime cuando la media de adquisición de sus vinos a granel se ha situado en los 0,97 euros por litro.
Pero como bien apuntaba Sánchez-Migallón en estas mismas páginas, no es fácil hacer frente a cosechas amplias cuando entran en el mercado, por la ambición de lograr kilos frente a prestigio, vinos de escaso grado, estructura y estándares de calidad que castigan incluso a los viticultores y bodegueros que hacen bien su trabajo. Limitar más, especialmente en las zonas de gran cosecha, la producción por hectárea (con excepción de alcoholes, mostos o vinagres) puede ser un paso adelante.
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José Luis Murcia
Periodista. Presidente de AEPEV-FIJEV.
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Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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